sábado, 21 de noviembre de 2009

Consummatum est


Noviembre es el mes fúnebre de México y el color de la muerte no es el negro, sino el anaranjado del cempasúchil. La fiesta en los cementerios llega hasta el Mictlán y Comala, sin detenerse en el purgatorio.

La Catrina seduce almas en pena y las consuela con pan de muerto. Los difuntos rondan los altares por curiosidad de ofrendas; los vivos no los ven pero los sienten, y les hablan con la misma naturalidad con que las señoras se dirigen a las flores cuando las riegan, para tenerlas contentas.

Las hojas de flor de muerto señalan el camino a seguir por las almas. El tono ocre de ese sendero me remite al noviembre noruego con su horizonte amarillo de hojarasca: el otoño es la zona hepática del año.

Las hojas abandonan las ramas y tapizan los caminos: los árboles son esqueletos con uñas largas. El sonido de las hojas al desprenderse es un susurro al olvido, triturarlas cuando paso sobre ellas yergue mi espina dorsal: son un dedo fino y helado que recorre mis vértebras.

Al sol le cuesta trabajo levantarse y deja de salir. Vienen las lluvias, los días grises, el lodo escurriendo sobre las calles como rímel en ojos llorosos. La vida entra en un ritmo semilento donde todos tienen prisa de llegar a sus hogares construidos con material aislante. Impiden el paso del frío, del sonido y del mundo allá afuera.

En la oscuridad, Oslo me sugiere Comala: los transeúntes se deslizan como fantasmas urgidos de llegar a la guarida donde las almas penan. Los hay como Pedro Páramo y el padre Rentería, como Juan Preciado y su madre Dolores: si la muerte nos es común a todos, la vida nos asemeja aún más.

No me convertiré en polvo; antes, me comerán los gusanos.

Foto: Tomás Castelazo, Wikimedia Commons.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Mexicano, no subestimes el invierno Noruego

"Cuantos años llevas viviendo en Noruega?" es la pregunta equivocada para un latino radicando en Oslo. "Cuantos inviernos has pasado en Noruega?" es mas acertada.

El vivir mas de tres inviernos en noruega te clasifica como veterano (estadísticas de la embajada muestran que muchos de aquellos mexicanos que vienen a Noruega por razones de trabajo se regresan antes o después del segundo invierno).

Entre cuates al invierno lo conocemos como "el túnel", ya que tardas 6 meses en ver la luz y sentir el calor del sol en la piel.

Los mexicanos olvidamos rápido pero los noruegos nos ganan en cuanto a optimismo climático. Un buen verano noruego esta clasificado como tres días de sol continuos (ok exagero, pero la realidad no es muy lejana).

Mientras el verano representa el calor, vacaciones y relax, el invierno es un monstruo diferente que tiene una mano de hielo y otra mano muy terrible llamada obscuridad. Combinadas te van abrazando y se te van metiendo entre la ropa hasta los huesos.

Acabas de llegar a Noruega, bienvenido! ahora invierte en una buena chamarra, un gorro, bufanda, unos buenos guantes (te advierto que los que venden en H&M estan hechos para noruegos, osea gente que desde el nacimiento ha estado expuesta a bajas temperaturas :) y sobretodo unos buenos zapatos.

Aprende pronto a esquiar y disfruta el invierno, el frio y la obscuridad!

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jueves, 17 de septiembre de 2009

A dos de tres caídas


Aunque de niño no fui una víctima de la televisión, tampoco quedé exento de enajenantes horas frente a su pantalla. Me gustaba ver series y películas: El Llanero Solitario, Batman, Ultraman, las de Pedro Infante y, por supuesto, las de Santo y Blue Demon.

Papá procuraba estar al pendiente de la programación a mi alcance, compuesta en su mayoría por héroes en blanco y negro, resultándole extraño mi precario interés por películas de Cri Cri y algunos clásicos de Disney, sin llegar a preocuparlo como la temprana fascinación que tuve por Tin Tan y Luis Buñuel, autor de la única cinematografía que no libró la censura paterna.

Para mi fortuna, el catolicismo de mi padre traicionó algunos dogmas: no se me inculcó ofrecer la otra mejilla y sospecho que su consentimiento por la programación televisiva de mi preferencia, obedecía a una práctica maquiavélica en la cual la violencia ejecutada por los héroes, era el medio que justificaba el objetivo final: la imposición de la justicia y el triunfo del bien sobre el mal.

Actualmente, la censura en casa es sugerida por mi mujer. Un amigo me prestó tres películas de Santo y Blue Demon para que las viera con mi hijo; sin dudarlo, ella sentenció: “¡esas películas no son para niños!”, a lo cual mi hijo contestó: “nei, ikke barn, bare gutter”.

Hace un par de semanas mi hijo cumplió tres años y festejó corriendo descalzo sobre el pasto frío; al día siguiente amaneció enfermo y se quedó en casa conmigo. Aproveché la ocasión para introducirlo al mundo del pancracio con una maratónica sesión de cine que incluyó Santo vs Los Jinetes del terror; Santo vs Los Zombies (sic); Blue Demon vs Las Invasoras y Santo en el Museo de Cera; todas vistas, más o menos, en fast forward.

Santo es un ícono de la cultura popular mexicana y el mayor héroe de mi infancia; el reencuentro con algunos de sus filmes al lado de mi hijo me produjo nostalgia, risa y algunas reflexiones. En Santo vs Los Jinetes del terror, El Enmascarado de Plata lucha contra una banda de forajidos que tiene entre sus filas a un grupo de leprosos, quienes después de haber escapado del hospital donde se encontraban recluidos, se encargan de sembrar el terror en el pueblo donde acontece este western.

La película fue realizada en 1970, pero el estigma sufrido por los enfermos sugiere un contexto similar al de 1873, año en que el médico noruego Gerhard Armauer Hansen descubrió la bacteria causante de dicho mal. Para mi hijo, los bandoleros eran monstruos, no enfermos, y para el Santo, los leprosos no eran tan malos pero resultaban peligrosos por “contar con la capacidad de contagiar a cualquiera”. De inmediato y por reflejo, pensé en Diarios de motocicleta.

Santo vs Los Zombies (sic) no se desarrolla en Haití ni tiene que ver con el vudú. La historia tiene lugar en México, los zombis conducen automóvil y su creador los manipula ¡a control remoto! Aunque la introducción de los zombis es de antología - Michael Jackson la envidiaría-, el argumento de la película es flojo y poco a poco resulta un somnífero letal. Combinado con la desvelada ocasionada por la tos de mi hijo, caí en un profundo pero corto sueño que fue interrumpido por unas patadas voladoras provenientes de ese cuerpecito de tres años recién cumplidos.

Contra este género cinematográfico, mi mujer señaló la posibilidad de crear conductas violentas y miedos innecesarios en nuestro hijo, y así sucedió: el lance a mis costillas fue una llamada de atención por el abandono en que dejé al benjamín frente a los zombis. De forma contundente, nuestra censora había ganado la primera caída.

Blue Demon vs Las Invasoras está llena de efectos al borde del absurdo. Las amazonas del espacio aterrizan supuestamente en una laguna, pero la edición no salva la cuestionable dirección de arte y es fácil descubrir que se trata de una pecera. Los instrumentos de la nave espacial parecen el laboratorio del Profesor Memelovski, y el efecto de sonido utilizado para transportar a las invasoras de un sitio a otro, desmaterializándose, suena como el chipote chillón del Chapulín Colorado. Eso sí, las extraterrestres, al igual que las terrícolas de la vida real, tienen en sus besos seductores la mejor arma para victimar a los hombres.

La tercera función me reservaba un nuevo reto: mi hijo me obligó a portar la máscara de Blue Demon, o Blu Miedon, como él lo llama, para ver el filme. Mientras el Demonio Azul combatía a mujeres de otro planeta en la pantalla, yo empapaba de sudor el poliuretano de la capucha en un estoico esfuerzo por mantenerme en vigilia. Mi hijo se quedó dormido antes de finalizar la película, lo cual aproveché para despojarme de la máscara y contemplar a mi invasora favorita: una güera en minifalda con ambiciones de conquistar el universo.

Santo en el Museo de Cera sembró dudas suficientes para postergar durante años mi visita a la casona de Londres No. 6, en la Colonia Juárez. Sospechar que debajo de las figuras de Gandhi o Pancho Villa hubiera humanos de carne y hueso, en lugar de estructuras recubiertas de cera, resultaba igual de absurdo que encontrarme con el villano de la película, el satánico Dr. Karol, en el Museo de Cera de la Ciudad de México. Sin embargo, el histrionismo de Claudio Brook lo hacía posible y el único antídoto capaz de contrarrestar al médico nazi, lo ofreció el mismo actor escenificando a un penitente ermitaño en Simón del desierto, bajo la dirección de Luis Buñuel.

Mientras las películas de Santo resultan surrealistas sin proponérselo, las de Buñuel lo son por convicción. Paradójicamente, el director prohibido durante mi infancia resultó ser el exorcista que me liberó de los temores inculcados por los enemigos del invencible Enmascarado de Plata, tan presente en mis juegos y tan ausente en mis miedos.

A manera de epílogo, mi hijo resumió la jornada con un inesperado comentario: “Santo y Blu Miedon usan pañal”. Las mallas y el calzón ajustados hasta el ombligo establecieron el vínculo perfecto entre las máximas figuras de la lucha libre mexicana y su nuevo admirador: un noruego-mexicano de tres años de edad. Con su conclusión, mi hijo ganó la tercera y última caída, consiguiendo asimismo, una prórroga para finiquitar la era Pampers en nuestro hogar.

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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Curame un poco

Ayudame a ayudarte. Sin ver en tus ojos los senderos que recorres en solitud o con amigos imaginarios, sin estar contigo.

Esperame! no desaparezcas en ese mar! esperame una vez y otra vez! que el abismo de mi nostalgia me ahoga.

Escucho tu voz a traves de la niebla, pero solo siento el vacio en cada gota. La profundidad de tus palabras y cada ola que me mandas me despierta desde este limite y no me gusta esta realidad.

Un ideal, tres raices, miles de porvenires y una sola esperanza. Cual es mi camino? pongo mis manos al aire, nunca digo adios.

Siempre te amare, dame la mano y siente lo mucho que te necesito, en todos mis memorias y en todos mis senderos. Curame un poco.

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Descanse en paz


I


Se dejó crecer las patillas inspirado en Elvis Presley y adquirió un parecido sorprendente a Vicente Fernández. Los muchachos de la esquina le dijeron que tenías patillas de taquero, de chuleta ahumada y de hombre lobo sacado de película mexicana. Juan ignoró los comentarios; no era necesario discutir su nuevo look con quienes poco, o nada, sabían sobre El Rey del Rock. El único vínculo de la banda con Elvis era el remix de “A little less conversation”, a cargo de JXL. Cada que el hit sonaba en la radio, subían el volumen de la grabadora a un nivel capaz de ahuyentar a los clientes de “La Popular”, la tienda de abarrotes propiedad del nuevo Elvis de Iztapalapa, donde solían reunirse por las noches para tomar una cerveza, un refresco, echar un cigarrito, un toque o por simple cotorreo.

Juan quería ser ingeniero en sistemas pero en la UNAM sólo le ofrecieron lugar en Veterinaria, consolándolo con la posibilidad de un futuro cambio de Facultad. Antes de concluir el primer semestre abandonó los estudios, había escuchado suficientes anécdotas para entender que nunca sería trasladado a la carrera deseada, y el olor a vacas le producía una alergia que lo remitía a un pasado punzante: el establo de una ranchería en Morelos y la camisa a cuadros de su padre, motivo por el cual Juan y Doña Chayo, su progenitora, emigraron a la capital.

Habiendo truncado la posibilidad de convertirse en veterinario con alma de ingeniero, Juan optó por un curso de computación en la escuela que le otorgó un diploma al año de estudios. Ahí adquirió los conocimientos necesarios para darle un plus a “La Popular”, al incluir el servicio de Café- Internet con la computadora que adquirió en Plaza Meave. El título de ingeniero negado por la Universidad le fue otorgado por los usuarios del barrio, la mayoría de ellos, parte del grupo juvenil que estimulaba a otros posibles clientes a caminar dos cuadras más para comprar un kilo de huevo o unas conchas Tía Rosa.

La llegada de la nueva tecnología a “La Popular” significó la jubilación de Doña Chayo y el ascenso de su hijo al frente de la miscelánea. Mientras la fidelidad de algunos clientes de antaño se vio mermada con las modificaciones, nuevos rostros pertenecientes a una generación más joven aparecieron por la tienda, como el de Eva, la estudiante de psicología con quien Juan estableció una amistad inmediata, al convertirse en la primer usuario fija del Café-Internet.

El letrero de “Se preparan tortas de jamón y queso de puerco”, fue sustituido por uno con una larga lista: “Internet, Imprimimos trabajos de escuela, Se queman CD’s y DVD’s, Video juegos, Prohibido ver porno”. Con la llegada de Eva, Doña Chayo renunció a la última de sus actividades y al cartón de “Se hacen trenzas”, lo relevó el colorido anuncio “Hacemos dreadlocks”. Se trató de un cambio más visual que práctico, pues si la madre de Juan llevaba años sin trenzar cabello ajeno, tampoco había muchos interesados en adquirir rastas al lado del refrigerador donde reposaban el queso blanco y los cuartos de crema para tostadas, aunque la autora del peinado llevara el nombre de la única mujer que habitó el paraíso.

Para Doña Chayo, Eva, además de usurpadora, era una coscolina capaz de ignorar el único letrero sobreviviente a la nueva era de “La Popular”: “Este hogar es católico”. La aversión no pasó desapercibida para Eva; Doña Chayo no necesitaba palabras para expresar repudio con los ojos. La oportunidad de analizar un caso típico de madre posesiva, como Eva lo consideró, resultó un ensayo que fue entregado como tarea de escuela.

Sin interés por ser partícipe de un conflicto donde él era el vórtice, Juan fingió continuidad del statu quo ante su madre, debido a intereses carnales: Eva, objeto involuntario de deseo, nunca lo sedujo pero él se enamoró. No se lo dijo a ella y menos a Doña Chayo; tampoco era necesario, ambas lo supieron antes que él. Eva lo entendió cuando Juan empezó a compartirle algunos secretos con la intención de impresionarla, como el motivo de sus patillas, olvidando tener de interlocutora a una obsesionada de los procesos mentales. Con ironía, y a manera de terapia, Eva le recetó el trillado apodo de El-Bizcocho, provocando un malentendido que Juan interpretó como el inicio de una relación.

El idilio pasional sufrió su primer avería al día siguiente: El-Bizcocho fue llamado Elvis, en tono burlón, llegando a la esquina de la tienda. Su confianza había sido traicionada, o tal vez no, Eva era de buen humor, le gustaba llevarse, por eso le caía bien a todo mundo con excepción de Chayo. Lo habían llamado Elvis, no El-Bizcocho; el secreto divulgado no era el origen de un apodo sino la evolución de un sentimiento.

Buscando evitar un cuadro que requiriera atención psiquiátrica y no de un psicólogo, Eva pasó de la ironía al sarcasmo para poner fin a la confusión. Se refirió al intento de Juan por emular a Elvis, como una copia mal lograda de El Loco Valdés. El la llamó Morticia, aludiendo a los ropajes oscuros y la figura anoréxica de ella. Eva consideró la capacidad ofensiva de Juan como un ejemplo de involución; le aconsejó buscar su propio yo y suprimir la venta del insípido café de olla, elaborado por Doña Chayo, en la sección cibernética de “La Popular”. Elvis contraatacó argumentando que era ella quien carecía de personalidad y por eso se interesaba en marchas, conciertos y partidos de futbol, para perderse entre las multitudes pretextando análisis freudianos. Al menos él tenía madre, concluyó.

Ella no apareció en varios días; Juan consideró normal tener una discusión de pareja con todo y secuelas. El enojo, calculó, era pasajero; con flores y una visita al cine, todo iría mejor. Eva regresó al sexto día del percance y sigilosamente, con sus largas uñas pintadas de negro, retiró el diurex que sostenía el anuncio de dreadlocks. Intuyendo una partida definitiva, Juan tuvo una sugerencia desesperada: acudir a la sesión fotográfica de Spencer Tunick en el Zócalo, para posar desnudos en la muchedumbre. Eva lo entendió como un reto y aceptó sonriendo. Le pareció que sin haber leído a Freud ni a Le Bon, Juan buscaba satisfacción aprovechando el anonimato de la masa para decirle adiós.



II

Con precisión de Arquímedes, la aritmética de los organizadores anunciaba una cifra mayor a las 10 mil personas reunidas cuando Juan llegó al Monumento a la Revolución, para participar en el homenaje a Michael Jackson. De entre los muertos que practicaban la coreografía de Triller, emergió Eva. La acompañaba un emo atípico dispuesto a formar parte del record Guinnes. Juan llevaba sombrero, saco de lentejuelas, pantalones zancones y un guante blanco. Guardando una distancia prudente, intercambiaron algo parecido a una sonrisa como saludo. Al más puro estilo de Jacko, Juan desapareció entre un grupo de zombis ejecutando el moonwalk.

Habían pasado más de dos años desde aquella ocasión en que Eva y Juan no posaron para la cámara de Spencer Tunick en el Zócalo. Llegando a la estación del metro San Antonio Abad, ella lo jaló del brazo y lo condujo al hotel más cercano. Ahí se amaron como pudieron, con más coraje que deseo. Antes de retirarse, Eva le dijo que esas patillas eran modelo Vicente Fernández y le sentaban bien a los machos. Aún tendido sobre la cama, Juan pensó en la camisa a cuadros, las botas, el sombrero y las patillas abundantes de su padre. Eva había resuelto su primer reto como psicoanalista sin proponérselo ni enterarse de ello.

Liberado del pasado, Elvis era un intermediario obsoleto. En la televisión del hotel dos pandillas solucionaban sus diferencias bailando; minutos después, Juan proseguía tarareando la melodía de Beat it: la metamorfosis de El Rey del Rock al Rey del Pop había iniciado.


Foto: Guerry/ Creative Commons.

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miércoles, 19 de agosto de 2009

Jaguar

Eres muy fuerte, difícil de contener. Cada vez que rujes la selva y todos sus animales obedecemos al instinto, queremos huir, escondernos, ser invisibles; forzas a hablar al cobarde silencio causado por tu presencia platicando de tu lugar en la cadena alimenticia, en el ciclo de la vida.

Por que ruges felino? tu conoces tu poder y por lo mismo ignoras mi pregunta. Algo te molesta, algo esta fuera de balance y tu no lo toleras. Tanta grandeza tiene su precio.

Te queremos enjaular y protegerte, eso te lastima y nos duele. Cada minuto dentro de tu prisión nos apresa y nos deja cicatrices.

Donde estas? libre eso si, porque entre barrotes tú no eres tú ni esta selva tiene vida. No te veo pero te escucho respirar, estas aquí, junto a mi.

Estoy listo! ofrezco mi sacrificio, mi sangre, mi miedo. Arranco en dirección a la gloria, rápido y ágil, moviéndome en un zig-zag fuera de control y sintiendo tu aliento. Sonríes, eres feliz y yo también. Siento tu abrazo en mi cuerpo y tus garras en mi piel y ahora los dos volamos al unisono cerrando nuestro ciclo inminente.

Sigue adelante jaguar, ruge cuando quieras, escapa de jaulas y haznos sentir vivos.

(la foto del jaguar tiene licencia de Creative Commons).

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lunes, 17 de agosto de 2009

Como el primer día


Fui el primero en verte, tenías dos corazones en lugar de ojos y una estrella en vez de corazón. Ellos son el espejo donde veo las virtudes y lo diminuto de mi ser, son mi templo y sus jardines, el nicho donde me refugio para nunca salir de ti.

Has sido bing bang y punto de encuentro en las encrucijadas de mi interior, la mariposa que siempre quise atrapar con un beso. Tu voz es mi guía en lo etéreo, la melodía que rasga mis percepciones y pulveriza mis huesos.

Te he visto caminar sobre el agua y columpiarte en las nubes pero a nadie se lo cuento, es un secreto que te susurro cuando estás dormida y la profundidad de tus ojos ha rebasado los misterios del universo.

El temor de contemplar directamente a los eclipses se esfumó con tu llegada, desde entonces, retar a la ceguera no es osadía sino necesidad. Les has dado luz a mis venas, a mis pensamientos y a los laberintos de mi realidad.

Recuerdo cuando te conocí, llorabas intensamente en mi pecho y me hacías llorar, tus ojos oscuros me veían detenidamente sin mirarme; me sentí vulnerable porque sabía que tú sabías quien era yo, o lo intuías. Te quise tanto, te quise desde siempre, desde antes de saberte posible.

Me embruja tomar tu mano tan suave, tan diminuta, tan necesaria para recorrer la vida; pero tú has cambiado, ahora prefieres ir sola aunque no lo hagas. Te alejas sin distanciarte un milímetro de mi ser. Sé que no necesariamente te mantendrás a mi lado, pero yo estaré siempre al tuyo: eres el sendero donde conceptos como incondicional y eterno son posibles.

Hoy que celebraste el rito de iniciación escolar, tu rostro reflejaba una emoción cercana a la incertidumbre, con inevitable capacidad de contagio. Durante esos instantes de sentimientos encontrados, recordé cuando me dijiste que siempre, siempre, aunque ya esté muerto, voy a ser tu papá. Al despedirme de ti en la escuela esta mañana, apretaste mi mano con ganas de nunca soltarla y yo volví a ser tan vulnerable como hace casi seis años, cuando te vi llegar al mundo con los ojos abiertos.

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domingo, 16 de agosto de 2009

Los Sin Escuela


Alguna vez alguien me comentó que yo tiendo a publicar en el blog noticias negativas o pesimistas sobre México. Yo siento que no es así, al menos trato de guardar un equilibrio y publicar aquello que pueda resultar interesante para los mexicanos que vivimos tan lejos de nuestro país, independientemente de si sea positivo o negativo.

Sin embargo, he de aceptar que en estos tiempos de crisis es las notas negativas superan a las positivas, así que de antemano una disculpa por ello.

Encontré una nota que me llamó la atención, no porque se trate de un asunto nuevo sino porque ahora más que nunca me parece elemental, crucial, de hecho me atrevería a afirmar que es el principal origen de muchos – si no todos – los problemas que existen en México.

Así que sin más preámbulo, les presento este artículo que fue publicado originalmente en la revista emeequis, autoría de Humberto Padgett:


Los Sin Escuela

Irene Rodríguez tiene 19 años y la seguridad de que ha fracasado en la vida.

Ella no pertenece al contingente de miles de muchachos que este lunes inician su carrera universitaria. Irene es parte del otro grupo, cada vez más numeroso, el que se queda en la camino, con la puerta cerrada en la cara. El de los mexicanos jóvenes que están sin escuela.

Y a ella le han cerrado el acceso en cuatro ocasiones. En dos de ellas, el sistema educativo superior de México le ha impedido concretar su idea de ser educadora de niños con discapacidad. En las otras dos, se ha quedado frustrado su proyecto de prepararse para ser empresaria.

“Me gustaría ayudar a los niños con problemas. No me gusta que les discriminen. Lo otro que me gustaría es abrir mi empresa, tener iniciativa. Tengo muchas ideas, quisiera hacer la carrera de mercadotecnia”, dice Irene.

No lo dice abiertamente, pero la insistencia en estudiar educación superior tiene que ver con otro sueño, más material si se puede decir así: el de dejar atrás las barrancas repletas de endebles casuchas a las que nomás les llueve y ruedan hasta el fondo de algún canal de aguas negras en La Martinica, la colonia en la que vive, en la delegación Álvaro Obregón del DF.

Ella estudió la preparatoria en el plantel número 1 del Colegio de Bachilleres, terminó en los tres años previstos en el programa y egresó en 2008.

El pasado domingo 22 de febrero, Irene Rodríguez iba y venía de un lugar a otro en las inmediaciones de la Universidad Latinoamericana, en la colonia Del Valle, una escuela privada a la que podría ingresar, pero que su familia jamás podría pagar.

Repartía volantes con una premonición, una advertencia: “¿Qué harás si la UNAM te rechaza en este examen de febrero?”, se pregunta al inicio de la hoja que distribuye Irene, impresa por el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior.
“Si no eres aceptado en este concurso para ingresar a la UNAM seguramente esperarás al examen de junio o presentarás los exámenes a la UAM o al IPN.

“Pero el problema consiste en que si te rechazan hoy, es muy probable que también te rechacen en junio; y si la UNAM no te acepta es también muy probable que no te acepten en la UAM o en el Politécnico.

“Los aspirantes no debemos aceptar ser rechazados. Hoy te invitamos a organizarte con nosotros, a luchar juntos por la defensa del derecho constitucional a la educación”.

El día anterior al reparto de volantes presentó por cuarta ocasión su examen de admisión para ingresar a una universidad pública. Estaba aferrada a ser administradora de empresas o pedagoga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ese día Irene esperaba convertirse en uno de los privilegiados que hoy lunes 10 de agosto ingresan a la universidad pública de su elección. Vestía una playera del equipo de futbol de los Pumas. Apretó la propaganda como si quisiera desaparecerla en sus manos cuando se le preguntó lo mismo que decían sus volantes: “¿Qué harás si la UNAM te rechaza?”.

✱✱✱

La educación mexicana casi siempre es tema de malas noticias: pobrísimo desempeño en matemáticas o español en las primarias, violencia en las secundarias, drogadicción en las preparatorias. Y al final del trayecto escolar, en la educación superior, la situación no es mejor. De hecho, tiende a empeorar.

En teoría, 10 millones de jóvenes mexicanos de entre 18 y 24 años deberían estar en las aulas universitarias y de educación superior, pero la realidad es muy distinta: apenas 2 millones 300 mil jóvenes tiene cabida en escuelas públicas o privadas de ese nivel.

En otras palabras, México está desperdiciando uno de los principales recursos de cualquier país: el capital humano e intelectual que representan más 7 millones y medio de muchachos y muchachas que están fuera del sistema educativo superior.

La cobertura de educación en México está muy por debajo de los niveles internacionales: apenas llega a 25 por ciento, cuando países como Argentina y Uruguay tienen a 50 por ciento de sus jóvenes en aulas universitarias, o Costa Rica, Chile e incluso Panamá, que están mucho más adelante que el país.

De las naciones industrializadas, nos separa una brecha aún más amplia: todas tienen tasas de atención superiores, en algunos casos mucho mayores, a 50 por ciento. “De ese tamaño es el déficit de lugares”, destaca el especialista Roberto Rodríguez, coordinador de la Red de Investigadores sobre Educación Superior.

En Estados Unidos, cuatro de cada cinco jóvenes en edad de ir a la universidad lo hace. En nuestro país, la proporción es inversa: sólo uno de cada cinco lo consigue. Es decir, por lo menos 75 por ciento de los jóvenes mexicanos en edad de ir a la universidad no están yendo.

“En términos de política educativa y social ese es un dato brutal. Esos millones de muchachos están en dos o tres sitios: en el comercio informal, en Estados Unidos o en la delincuencia, lo cual pinta un escenario muy poco halagüeño no sólo para las universidades, sino para el país”, subraya Hugo Casanova, especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la UNAM.

En la zona metropolitana del Valle de México –los datos nacionales son poco confiables, subraya Manuel Gil Antón, coautor de Cobertura de la Educación Superior en México, editado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior– unos 300 mil muchachos egresan al año de la educación media superior y más o menos 270 mil aspiran ir a la universidad.

El último dato conocido arrojó que en la zona metropolitana de la capital entre 10 y 15 por ciento de los egresados de las prepas o equivalentes, unos 30 a 40 mil jóvenes, no encontraba acceso a ninguna institución.

Y para enfrentar la situación siguen estrategias muy diversas. Algunos esperan una segunda oportunidad. La UNAM y la UAM tienen dos exámenes de admisión anuales. Otros esperan un año estudiando inglés o alguna otra actividad. Otros migran al mercado informal, o a ayudar a sus padres en el negocio familiar.

Los muchachos que no encuentran sitio en la zona metropolitana del Valle de México –aquí también se consideran las universidades del estado de México o de Morelos—“en su gran mayoría los perdemos, se van del sistema”, lamenta Gil Antón.

✱✱✱

Edwin Paz vive en el Cerro del Judío, en la delegación Magdalena Contreras, al sur del DF. Lleva cinco intentos de ingreso a la licenciatura. Tres a ciencias de la comunicación y a sociología en la UNAM, y otro, hace un par de meses, a comunicación social, en la UAM.

Egresó del Colegio de Bachilleres número 15 hace cuatro años. Desde entonces intenta, una y otra vez, entrar a la licenciatura.

Después del segundo intento, Edwin buscó trabajo y se ocupó como vendedor en una sucursal de la tienda General Nutrition Center, especializada en complementos alimenticios. Supo muy bien que el tiempo se le iba entre vitaminas que jamás podía comprar con su salario mínimo, y entonces regresó a la fila de fichas para la presentación de un examen de selección, guiado por un hecho que lo ha acompañó durante los 15 años ininterrumpidos en que fue a la escuela: Edwin ama estudiar.

En el tercer intento, luego de meses de dedicar ocho horas diarias a estudiar y asistir a cursos de preparación para presentar el examen de selección, se quedó a un punto del mínimo necesario. Algo falló en una ecuación matemática. Un solo punto le faltó. Por lo pronto, no podrá cumplir su aspiración de estudiar una licenciatura.

“Te queda un sentimiento de impotencia, te entra la duda de si eres suficientemente capaz para estudiar. Vienen sentimientos de culpa. He estado deprimido. Ya tengo 23 años y a esta edad ya debería tener mi carrera consolidada o un trabajo fijo con futuro. Pienso en qué podría hacer y no tengo un oficio, no sé hacer carpintería o electricidad. A veces pienso que mi vida no ha valido la pena. No produzco nada, ni siquiera puedo satisfacer mis propias necesidades.

“Estoy enojado y mi caso no es el único. Somos cientos de miles en esta situación. Hay mucho enojo, hay mucho resentimiento. La educación, nos dicen, es un medio para aminorar la desigualdad, pero el gobierno quiere desigualdad y nos quita la posibilidad de acceder a la educación”, dice Edwin, reunido el jueves de la semana pasada con un grupo de muchachos rechazados como él a las afueras del edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la Plaza de Santo Domingo.

Edwin, hijo de un mecánico, analiza las causas de por qué sus cinco intentos consecutivos han fallado. Admite que la calidad en el Colegio de Bachilleres es deficiente. El ausentismo de los profesores es alto, la falta de materiales permanente.

–La Secretaría de Educación Pública dice que sí hay espacios, que no se han dejado de abrir universidades tecnológicas. –Yo no quiero ser mano de obra barata, no quiero ser empleado de alguien que sí fue a la escuela por el sólo hecho de ser hijo de alguien con dinero. Yo y quienes aquí estamos tenemos la capacidad de ser médicos, abogados, ingenieros. Nosotros también podemos ser el secretario de Educación Pública.

✱✱✱

Una de las expresiones de la incapacidad del país para dar educación superior a sus jóvenes es el creciente número de alumnos rechazados que buscan ingresar a las principales escuelas y universidades públicas, pero que no tienen cupo en ellas.
En los últimos años, el grupo de muchachos y muchachas sin escuela ha ido aumentando cada vez más. Y los pronósticos es que a partir de 2012 la avalancha de jóvenes que no tendrán acceso al nivel de licenciatura será incontenible.

El fenómeno de los jóvenes rechazados se extiende por todo México, pero se ha hecho más evidente en las más importantes zonas metropolitanas del país.

Por sus densidades demográficas, en el Distrito Federal y el estado de México el problema es mucho más visible se hace más visible y cuantitativamente más importante.
El caso más representativo es el de la UNAM, cuya capacidad para garantizar el acceso a los jóvenes que buscan una licenciatura está ampliamente rebasada.

Este año, en sus dos exámenes de selección, la institución aplicó un número récord de más de 166 mil exámenes de admisión, pero sólo ingresaron menos de 15 mil muchachos.

Y no es un fenómeno coyuntural. Desde 2001, el crecimiento de la demanda a la UNAM es sostenido. De esa fecha a la actualidad, el número anual de mexicanos que buscan cursar una licenciatura en ella pasó de 88 mil a 166 mil.

Con algunas excepciones, la demanda desborda a los lugares disponibles en las aulas universitarias. Por ejemplo, para la Facultad de Medicina de la UNAM, considerada la mejor del país, en febrero pasado presentaron examen 8 mil 331 jóvenes. Sólo ingresaron 188. ¿Sobran médicos en México? Si el criterio es la competitividad internacional, la respuesta es no.

México tiene 1.5 médicos por cada mil habitantes, Brasil 2.1, Uruguay, 3.6, e Italia, 3.7. Todos son socios comerciales de México y tienen niveles de desarrollo equiparables a los nuestros.

Los jóvenes que no consiguen ingresar a la UNAM no sólo se concentran en carreras tradicionales, como derecho o medicina, sino incluso en las que están consideradas en el mundo como las disciplinas del futuro.

Recientemente, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en la que se agrupan los países más desarrollados y a la que pertenece México, difundió un listado de las nueve carreras con mejor perspectiva laboral y salarial en el mundo.

Una de ellas es ingeniería mecatrónica. Pero ahí tampoco hay cupo para atender la demanda: sólo uno de cada 75 aspirantes fue admitido en la Facultad de Ingeniería de la UNAM en febrero pasado.

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La última vez que lo intentó, la séptima, Víctor Hugo Martínez se quedó a 10 aciertos de cumplir su meta: prepararse para ser historiador. Desde 2004, estudió tenazmente para ingresar a las carreras de ciencias políticas, sociología o historia en la UNAM. Nada. La opción de buscar una universidad privada era francamente imposible. Entre un intento y otro, conseguía algún empleo como ayudante de herrero o aplicador de impermeabilizantes.

“El problema es que los rechazados de un año se acumulan con los egresados del siguiente, haciéndose cada vez más difícil. La responsabilidad de las autoridades es generar los suficientes lugares”, dice Martínez, de 20 años.

Víctor Hugo no desistió, aun cuando sabía de primera mano que terminar una carrera no es garantía de nada. Su hermana estudió arte dramático en la Facultad de Filosofía y Letras. Deambuló dos años antes de encontrar empleo como profesora de teatro en un espacio cultural del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde había trabajado como asistente con un sueldo de 11 pesos por hora. O su hermano mayor, egresado de ingeniería electrónica del Politécnico, quien pasó siete años haciendo una cosa u otra antes de encontrar un trabajo relacionado con sus estudios.

Entonces se encontró con un volante del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior y se sumó a la protestas. Marchas, plantones, volanteo. Y fue elegido para ser parte de un convenio por el que algunos alumnos rechazados ingresan a una escuela privada y, tras un año de estudios, son incorporados en la UNAM.

Víctor Hugo Martínez llegará de esta manera a la universidad el próximo año. No será politólogo, ni sociólogo ni historiador, como quería. Será abogado.

“Para muchos, el agua no está en el cuello, está llegando a la nariz”.

Trabaja afanosamente en los cubículos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde el movimiento otorga asesoría gratuita a los aspirantes y participación en las protestas, segunda vía de acceso para los rechazados. Pero esa es una solución sólo para unos cuantos.

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El incremento en la demanda de espacios en las instituciones de educación superior tiene una explicación directa: el crecimiento del grupo de población en edad de cursar estudios universitarios.

Pero existen otras razones que agudizan el problema. Las instituciones públicas como la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional o la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) han consolidado su calidad y su costo es relativamente bajo, y en el caso de la universidad nacional es prácticamente nulo. “Lo mismo ocurre en los estados, donde la primera opción es la universidad pública estatal y después se considera lo demás”, dice Roberto Rodríguez.

Además, la crisis económica ha obligado a muchas familias a olvidarse de las universidades privadas.

Por ello es que ante las dificultades económicas, el cuello de botella se ha concentrado en las instituciones públicas.

La última convocatoria de ingreso al Politécnico atrajo a una cifra récord de 124 mil estudiantes, pero de ahí quedaron sin posibilidad de ingresar a la escuela unos 102 mil jóvenes.

El director general del Poli, el doctor Enrique Villa Rivera, explicó el aumento en la demanda por la movilidad de estudiantes de escuelas privadas a la educación pública.

En la tercera institución pública más grande del DF, la Universidad Autónoma Metropolitana, la situación también es de apremio: más de 63 mil egresados de preparatoria y bachillerato intentaron ingresar este año, pero sólo hubo cupo para 10 mil 500 aspirantes.

Aunque las escuelas públicas duplicaran “mágicamente su oferta de primer ingreso, de un día para el otro”, observa Roberto Rodríguez, esto no haría gran diferencia en su tasa de rechazo.

“Independientemente de lo que se haga, la tasa de rechazo es muy elevada y aumenta cada año por la suma de estudiantes que se presentaron el año anterior y no tuvieron éxito, más los que este año quieren presentarse”.

En la zona metropolitana del Valle de México –los datos nacionales son poco confiables, subraya Manuel Gil Antón, coautor de Cobertura de la Educación Superior en México, editado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior– unos 300 mil muchachos egresan al año de la educación media superior y más o menos 270 mil aspiran ir a la universidad.

El último dato conocido arrojó que en la zona metropolitana de la capital entre 10 y 15 por ciento de los egresados de las prepas o equivalentes, unos 30 a 40 mil jóvenes, no encontraba acceso a ninguna institución.

Estos siguen estrategias muy diversas. Algunos esperan una siguiente oportunidad al siguiente examen. La UNAM y la UAM tienen dos exámenes de admisión anuales. Otros esperan un año estudiando inglés o alguna otra actividad. Otros migran al mercado informal, o a ayudar a sus padres en el negocio familiar.

Quienes no encuentran sitio en la zona metropolitana del Valle de México ya no se integran al sistema educativo. “En su gran mayoría los perdemos, se van del sistema”, lamenta Gil Antón.

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No lo entiende. Lizet Bernabé cursó la prepa en el plantel del Colegio de Bachilleres ubicado en Avenida de los Cien Metros. Lo hizo en los tres años reglamentarios y se preparó para ser contadora pública egresada de la UNAM.

La familia de Lizeth vive en la colonia Morelos y todo el ingreso familiar depende del sueldo de su padre, un ingeniero electricista empleado del gobierno del Distrito Federal. Todos se apretaron el cinturón cuando su hermana mayor perdió la media beca gracias a la cual cursó los dos primeros años de la carrera de sistemas computacionales en la Universidad Tecnológica.

El padre de familia decidió invertir los ahorros de años en la conclusión de los estudios de la joven. Sus demás hijos, decidió, se recibirían en una universidad pública. No había dudas de que lo lograría : Lizet había llegado a casa con un diploma de preparatoria con promedio de 9.4.

Se apuntó en el examen de selección de la UNAM para contaduría. Fue rechazada. Pensó que había sido traicionada por los nervios e intentó de nuevo. La volvieron a rechazar. Lo atribuyó a la escuela y se enlistó como aspirante de la Universidad Autónoma Metropolitana. Tampoco entró.

Hoy para Lizet no hay recursos para completar siquiera medio apoyo en una escuela como la Universidad Tecnológica. “En verdad, no lo entiendo”, musita.

Nancy Ramírez tampoco se lo explica. Toda su vida estudió en escuelas particulares, incluida la preparatoria que concluyó en el Colegio Simón Bolívar con promedio de 9.7.

Su padre, jubilado por discapacidad, le dijo que de ninguna manera podría pagarle los 60 mil pesos semestrales en la carrera de ingeniería química en alguna escuela particular que la ofrezca con calidad. “La verdad es que no tiene caso que empieces si a medio semestre no podré seguir pagando”, le dijo su padre.

Su idea es especializarse en petroquímica. “El país enfrenta un problema por el petróleo y México necesita que se aproveche al máximo ese recurso. Y es una carrera que llena mis expectativas”.

Se anotó en el examen de selección en febrero de este año. Fue rechazada. Se enfrentó de nuevo al examen en junio. Tampoco.

“Es muy desconcertante. Mi familia está enfrentando muy duro la crisis. Al principio me sentí avergonzada conmigo por no pasar, avergonzada con mis papás, porque veo cómo se sienten culpables por no darme escuela. Estoy confundida y triste”, dice Nancy. “La gente del gobierno da discursos y discursos, pero nunca toma en cuenta qué tanta decepción tenemos”.

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Las autoridades de la Secretaría de Educación Superior (SEP) han dicho que el problema no es tan serio y que no debe provocarse alarma. Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, ha pedido un manejo “cuidadoso” de las cifras de estudiantes rechazados de las tres instituciones: UNAM, Poli y UAM.

Dijo que la información “disponible de la zona metropolitana del Valle de México indica que cerca de 88 por ciento de los egresados” de bachillerato ingresan a ellas. Insistió en que la oferta de la enseñanza superior ha crecido al ritmo del incremento del egreso del bachillerato.

¿Qué explica, en su opinión, el incremento de los desplazados? Que muchos jóvenes hacen más de una vez el examen y lo intentan en las tres instituciones, además de que hay “un movimiento inicial o aparente de quienes pretendían estudiar en instituciones particulares y tienen la expectativa de obtener un lugar” en las públicas.

“Esto no quiere decir que no debamos hacer un esfuerzo por seguir incrementando la oferta educativa”, dijo el subsecretario de Educación Superior el lunes 20 de abril durante el foro “La reforma al artículo sexto constitucional en las universidades públicas autónomas: un debate nacional”.

El funcionario recordó la reciente creación de la nueva unidad Cuajimalpa de la UAM, la apertura de tres tecnológicos el año pasado y la creación de siete más que funcionarán en los próximos meses.

Pero justamente la política educativa del gobierno federal en el nivel superior ha sido cuestionada por haber dados resultados muy pobres.

Roberto Rodríguez, el coordinador de la Red de Investigadores sobre Educación Superior, dice que la política ha mostrado muchas limitaciones. “Durante los últimos tres sexenios se apostó por los institutos tecnológicos, esperando que la demanda de se volcara sobre esta opción. Pero no fue así. Ahora existen alrededor de 200 institutos tecnológicos en el país, cada uno apenas con alrededor de mil estudiantes, y poco más de 60 universidades tecnológicas, cada una también con mil alumnos”.

Por ahí, dice, no va la salida.

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Si hay un defensor de la necesidad de fortalecer a la universidad pública como un instrumento para el desarrollo integral del país ese es Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM y actual presidente de la Asociación Internacional de Universidades, un organismo dependiente de la UNESCO.

En una entrevista reciente, De la Fuente censuró la falta de entendimiento del gobierno de la importancia de la educación superior:

“No tenemos una política de Estado de mediano y largo plazos en materia de educación superior. No hemos podido entrar al fondo de nuestro problema educativo, ni siquiera tenemos un planteamiento claro para resolverlo, siendo que la educación universitaria es clave para nuestro desarrollo”.

Para el ex secretario de Salud, es claro que México se está quedando a la zaga. “La Unesco ha enfatizado mucho en que los países con mayor desarrollo, y con más probabilidad de insertarse en lo que llamamos economía del conocimiento, son aquellos que tienen en sus universidades a por lo menos 40 por ciento de su población juvenil. Claro, hay países encima de esa cifra; Estados Unidos y algunos países de Europa tienen a 67 por ciento de sus jóvenes en las aulas de la enseñanza superior”…

–Si 26 por ciento es bajo, ¿qué porcentaje de jóvenes mexicanos deberían estar en la universidad? –le preguntó el reportero de la revista Proceso.

–Los que ya están y el restante 74 por ciento. Así de sencillo. Toda esa gran población de jóvenes queda afuera del sistema de enseñanza superior. Y mire, le doy otra cifra que revela la gran inequidad de nuestro sistema educativo: entre la población de ingresos más bajos, solamente alcanza a estudiar la universidad 8 por ciento de sus jóvenes. Aquí hay un gran desplome, por eso también hace falta garantizar equidad en el acceso a la educación superior para todos los jóvenes mexicanos, sin distingos de clase social.

–Es común, sin embargo, escuchar la queja de que a los egresados de las universidades generalmente les espera el desempleo.

–Sí, es cierto –respondió De la Fuente a ese medio–. Hay voces que dicen “de qué sirven las universidades si sólo son fábricas de desempleados”. Esta es una de las frases más demagógicas que he escuchado. Y trae como consecuencia el siguiente sofisma: “Como ya no hay empleos, pues entonces vamos a cortarle el presupuesto a las universidades, vamos a bajar la matrícula de estudiantes”. Y así, poco a poco, se va metiendo uno en sofismas totalmente regresivos, en lugar de imaginar planteamientos progresivos.

¡Por supuesto que hace faltar ampliar la cobertura educativa! ¡Por supuesto que también hace falta crear empleos para los egresados de las universidades! ¡Son ambas cosas! ¡Ambas! Por eso hace falta reacomodar nuestro sistema educativo…

La globalización de la educación superior tiene impacto en la economía mundial. Esta globalización se ha incrementado muchísimo. Actualmente, hay 2.8 millones de estudiantes que están realizando sus estudios en un país distinto a su país de origen. Medio millón de ellos son estudiantes asiáticos. Es una cifra muy importante. Y generalmente van a estudiar a Estados Unidos, Europa y Australia.

La India tiene una enorme cantidad de estudiantes becados en Estados Unidos y Europa, asegurándose de que tengan una planta de trabajo al regresar del extranjero. La India basa su estrategia para el desarrollo en ese esquema educativo, al igual que otros países asiáticos que invierten fuerte en educación y tienen una política muy agresiva de internacionalización, mandando mucho estudiante fuera, pero también con muchas universidades dentro…

Como presidente de la Asociación Internacional de Universidades, De la Fuente tuvo un peso relevante en la Conferencia Mundial sobre Educación Superior realizada los primeros días de julio de este 2009.

Ahí se debatió un punto central en este momento: ¿Debe considerarse como un bien público a la universidad?

De la Fuente señala que hubo una fuerte discusión, pero finalmente se acordó considerar a la universidad como un bien público, una posición que el ex rector de la UNAM sustentó: “La educación no debe ser exclusiva solamente de quienes tengan la capacidad de comprarla, porque eso nos metería de lleno en un proceso de privatización. El capital privado no debe reemplazar al Estado en su obligación de proveer el servicio educativo”.

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Irene Rodríguez, aspirante a pedagoga o administradora, entró a trabajar en octubre pasado a un call center como promotora de tarjetas de crédito de Banamex. En ese mes ganó 3 mil 500 pesos. La crisis económica comenzaba y pronto la despidieron, junto con la mitad de los telefonistas y de todos los oficinistas del lugar.

Su padre, empleado de una empresa privada y con estudios de preparatoria inconclusa, se hizo a la idea de que su hija no podría contribuir al gasto familiar. Quedaba lejos la idea de que ella sería la primera en casa en colgar de la sala un título universitario.

El domingo 22 de febrero, Irene vestía una playera que en este momento era ironía pura: la casaca de los Pumas de la Universidad. Arriba de la imagen estilizada del felino, relucía la propaganda de Banamex, de donde la habían despedido. “En ninguno de los dos lados me he podido quedar”, dijo y quiso reír, pero más bien se le torció la boca y miró los cientos de volantes que aún le faltaba repartir.

Un papelito, un rechazado.

–¿Qué harás si la UNAM te rechaza en este examen? –escucha Irene de nuevo la pregunta.

–Seguir intentando –contesta–. Mi papá dice que pensemos en una universidad privada, pero con todo y chiquita son dos mil o tres mil pesos al mes. No tenemos dinero. Si no paso, la verdad, no sé qué voy a hacer.

El 29 de marzo, Irene se buscó en el listado de resultados. Otra vez los números y el hormigueo en las yemas de los dedos. Arrastró el cursor por la pantalla de la computadora. 975 jóvenes con la aspiración de entrar a la carrera de pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Otra vez, sólo se dio cupo a 50. Otra vez, Irene fue rechazada.

Otra vez, es una sin escuela.¶

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martes, 4 de agosto de 2009

Diez años

Diez años han pasado desde que en un día soleado de verano llegue a Oslo. Recuerdo el aire húmedo y tibio de la estación del tren en Lysaker. Salí de casa de mis padres con dos maletas y un estuche de guitarra en donde cupo todo lo que necesitaba para echar raíces en este país primermundista.

Un cuatro de agosto es la fecha de mi iniciación al sistema de vida noruego, ese día inicio mi conteo que aun no termina. “Cuanto tiempo tienes de vivir en Noruega?” ha sido la constante pregunta; dos meses, cinco días y tres horas; ... cuatro años, once meses, tres días y 18 horas;..... ocho años, casi nueve...... Hoy, ahora, ahorita mismo son diez años y siete horas.



Hace 3650 días y que bien recuerdo el día de mi llegada. Traía puesta mi camisa favorita, esa que ahora solo existe en muchas fotos y bonitos recuerdos. La mujer de mis sueños me recibió en la estación con un vestido lleno de flores, aromas y promesas, ese sigue aquí, en la casa, guardado como un tesoro.


En esta latitud del mundo mi cúmulo de ideas y esperanzas se ha transformado poco a poco. Esplendorosos sueños juegan con mis deseos como auroras boreales en el cielo de una noche fría. Cuando terminara mi conteo? no lo se, pero tengo preparadas ya las celebraciones de los 20 años con lutefisk y la de los cuarenta con Smalahove.


Ahora mismo buscare ese vestido de flores entre la ropa olvidada y le contare los pétalos a las flores; recordare olores y memorias de estos diez años de mi vida.

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jueves, 16 de julio de 2009

Acto onírico




Debe ser un sueño, pero la imposibilidad de probarlo lo vuelve realidad. Soy un sonámbulo caminando sobre la cuerda floja. Doy pasos hacia atrás sin inmutarme por los susurros del público, una pila de maniquíes que me dictan suavemente: cae.

No tengo miedo de la altura, practico el funambulismo debajo del averno, encima del cielo, en la orilla del mundo, caigo al mar, naufrago entre océanos infinitos, cada isla donde encallo tiene un Robinson, un ermitaño, otro yo enfurecido.



Sigo recorriendo la cuerda, su grosor se agota y me seduce la idea de perder el equilibrio. Del lado derecho sopla un viento helado que arrastra hojas de otoño despedazándose, en el ala izquierda escucho los últimos lamentos de una ballena sacrificada en las estrellas.


Desconozco cómo llegué a la práctica de este rito circense, un juego malabar donde los objetos lanzados al aire son recuerdos en caída inevitable. Lo he perdido todo, incluso las palabras para mencionar mis miedos. El sendero que recorro conduce al delirio, el paredón donde mis fantasmas acuden para juzgarme.



Estoy en espera de mi sentencia, la dictarán dos perros al terminar de amarse. Saciarán su ímpetu con dentelladas diluidas en mi piel. La lluvia se refugia en mis ojos, los ciega pero mi visión se expande y llega lejos, hasta allá, donde alguna vez arranqué mis dientes y derroché la sangre.



No es un deseo incumplido, como Freud denominó a las pesadillas, y tampoco tengo control de mis actos como Don Juan, Castañeda y Jorodowzky sugirieron hacer con los sueños. Lejos de sentir pánico, disfruto con lascivia la incertidumbre del porvenir: al final de la cuerda hay una mujer lívida, se llama Catrina y no sabe qué hacer conmigo.

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viernes, 10 de julio de 2009

Música, maestro!


La última vez que entré a una tienda de discos con la intención de actualizarme, salí con Atom Heart Mother bajo el brazo. Ni Placebo ni Green Day, y mucho menos los nuevos hip hoperos, lograron persuadirme, la espera iniciada en la adolescencia cerraba su ciclo, el disco lanzado por Pink Floyd en 1970, al fin era mío.

Mi elección obedeció a la nostalgia de una época de la cual no fui parte. Poseer el cd de un disco que uno de mis hermanos mayores tuvo en acetato, me transportó en tiempo y espacio. Mientras escuchaba la nueva adquisición con tracks cercanos a los 10 minutos de duración, reconocí que mi filtro para seleccionar música nueva no es riguroso, más bien se ha estancado. No tengo capacidad para distinguir entre rap y hip hop, ni paciencia para analizar las diferencias entre un artista y otro. Tampoco es de alarmarse, ya no cuento con el tiempo de antaño y los ratos destinados a escuchar música, prefiero dedicarlos a los grupos que conozco.


La expresión musical acorde a mis inquietudes y necesidades llegó a través de poetas como Saúl Hernández (Caifanes) y Santiago Auserón (Radio Futura). Con su entrada a escena, el cúmulo de emociones viscerales contenidas por toda una generación, adquirió una válvula de escape. Hace unos días un amigo me envió el tributo que varias agrupaciones españolas le rindieron a Radio Futura. Siempre he pensado que las grabaciones tituladas “Lo mejor de…”, “The greatest hits of…”, etcétera, señalan dos rasgos distintivos: 1) la banda en cuestión tiene una trayectoria respetable que hace posible la antología y, 2) ya no son tan jóvenes. Pero el material enviado por mi amigo no era una edición con lo mejor de Radio Futura sino un tributo, tri-bu-to, lo cual significa que una nueva generación de músicos considera digno rescatar una obra del pasado. Esta revelación me dejó pensativo, pues si bien Santiago Auserón y los suyos no están en la senilidad ni necesitan cuidados gediátricos, tampoco son jóvenes sino hombres bien entrados en el otoño de sus vidas. Igual que yo.

Las novedades musicales no se limitaron a Radio Futura, mi amigo también me compartió el Álbum Verde, un tributo reggae a Los Beatles, y otro homenaje dedicado al cuarteto de Liverpool en versión chillout. El Álbum Verde es una delicia interpretada por distintos grupos de Latinoamérica, incluido Antidoping de México, que incita a gozar sus sones en ese son. El chillout no está mal pero prefiero ritmos más acelerados.

Esta es la música “nueva” que he disfrutado últimamente, refritos de canciones creadas por lo menos hace 20 años. Y si la nostalgia se agudiza, recurro a El Circo, esa maravillosa obra de Maldita Vecindad que fue considerada como uno de los mejores discos de los 90 por revistas como Rolling Stone y SPIN. Por cierto, no es de extrañar que en un país guapachoso como los es México, los hits que abrieron el mercado a Maldita y Caifanes hayan sido Kumbala y La negra Tomasa, y no temas más rockeros como Mátenme porque muero y Pachuco, todo un himno de mi generación. En fin, en gustos se rompen géneros y en el slam se rompen madres, como solía suceder al calor del ska ofrecido por los Malditos.

Se me está antojando cambiar la música piscodélica de Pink Floyd que me ha servido como back ground para este escrito, por alguna interpretación de La Castañeda, La Lupita, Santa Sabina, El Personal, Botellita de Jerez, La Cuca o Tijuana No. No importa si es la edad, la nostalgia o el gusto por un repertorio limitado; mi necesidad en este momento es la misma de hace dos décadas: Nothing’s gonna change my world.

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viernes, 3 de julio de 2009

Sommer


La llegada del verano me angustia. Desde el inicio de la ola cálida he permanecido atrapado por el trabajo y los pronósticos del tiempo anuncian lluvia y descenso en la temperatura los días venideros. Pero soy optimista, deposito mi fe en los meteorólogos, el oráculo que anuncia el regreso triunfal de la canícula.

La humedad me hace sentir que estoy en alguna playa mexicana, el olor y el polen de las flores nórdicas me reubican. El buen humor se expande con velocidad de pandemia, el consumo en exceso de fresas y helados es una de sus consecuencias. Las pieles expuestas al sol han perdido palidez y los soláriums clientes.

Es de noche y estoy cansado pero no tengo ganas de dormir. Las esculturas son testigos de la bohemia practicada en el parque. El cielo parece indeciso, se torna morado, azul y un poco rojo. La luna seduce en la penumbra y nadie opone resistencia. Alguien está acariciando el interior de mi cabeza.

Todo es tan delicioso que el invierno y las temperaturas bajo cero suenan a algo perteneciente a la era glaciar, pero no lo son. Hace ya unos días pasó el solsticio de verano y la cuenta regresiva se puso en marcha: la noche empieza a ganar terreno.

La angustia vuelve a visitarme, el verano, como yo lo entiendo, puede durar una, dos, tal vez tres semanas aquí en Noruega. Pensar la posibilidad de haberme perdido la sesión más alegre del año me remite a pablo Neruda: es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Odio traicionar mi fe en los meteorólogos, no por ellos sino por mí. Como acto de penitencia, saldré a caminar los días de lluvia mirando al cielo.

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sábado, 6 de junio de 2009

¿Un triunfo muy bueno para la sociedad mexicana?


Esas fueron las palabras con las que el Dr. José Narro Robles, Rector de la UNAM, describió el campeonato conseguido por los Pumas, el domingo pasado. Pero qué tan importante puede ser realmente el título ganado por un equipo de fútbol para la sociedad, más allá de proporcionar unos instantes de alegría a sus aficionados?

A primera instancia, las palabras del rector podrían sonar muy exageradas, producto de la pasión del momento; sin embargo, como universitario que soy, entiendo lo que el rector quiere decir, y concuerdo totalmente con él.

Los Pumas, ya sea el equipo de fútbol soccer o el de americano, el de robótica o el de química, el de buceo o ciclismo, la OFUNAM o el Dr.Mario Molina, TVUNAM o los murales de Diego Rivera y Juan O’Gorman en CU, representan a la universidad pública, al estudiantado involucrado y proactivo, a la institución que no distingue clases sociales, al organismo que cada vez recibe un porcentaje menor del presupuesto gubernamental, a la Universidad más grande de América Latina, al 50% de la investigación realizada en México, al pensamiento libre, a la juventud comprometida.

El deporte – al igual que el arte – en la Universidad de México siempre ha sido considerado como parte de la formación integral del individuo, y se practica e imparte como tal: inculcando valores tales como la honestidad, la entrega y el sacrificio, buscando que la mayor parte posible de la comunidad universitaria tenga acceso a la oferta deportiva y nunca utilizando al deporte como medio propagandístico que refleje el poder y la soberbia con las que tanto se identifican algunas instituciones privadas.

Y en ese sentido, creo que los Pumas son fiel reflejo de los valores universitarios, pese a tratarse de un equipo de fútbol profesional y administrado por una Asociación Civil. Y sí, creo que es positivo para la sociedad - sobretodo en estos tiempos de violencia y pérdida de valores - que en uno de los eventos más seguidos por jóvenes y adultos mexicanos, el juego de conjunto, el trabajo y el orgullo se hayan impuesto al individualismo, al poder y al dinero.

¡Cómo no te voy a querer!

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jueves, 4 de junio de 2009

Travesía incompleta de una noche de verano




Es noche de embrujo, de miradas que terminan en colisión, de planetas que traicionan su órbita. Es noche de sombras y yo soy sombra de la oscuridad. Es noche de espectros, de conjuros, de ánimas inmunes al exorcismo.


La luna espía oculta tras las nubes el ritual de esta habitación, el hoyo negro de un universo finito donde deambulan satélites extraviados al rigor de los decibeles. El instinto domina a la razón, la intuición guía los actos. Somos materia dispuesta.


No tengo frío, no tengo miedo, no tengo edad, no tengo sexo, no tengo Dios. Te tengo a ti, a tres metros, a dos, a uno, tan cerca, tan lejos, en el punto exacto, bajo la luz de una estrella, la única de esta noche. Mi cómplice.


La piel son tiras de papel que se arrancan con el viento. Los huesos están desprotegidos, habla el cadáver, suspira la muerte, el dolor es un fugitivo refugiado en las estrellas, tus estrellas, el brillo de tus ojos.


Tengo un puñado de flores en la mano que no me atrevo a darte, por eso me las como mientras descubro que cuando hablas pienso en aves volando alto, muy alto, por encima de su vértigo.


El cielo está alejándose y yo con él. En mis venas corre sangre perseguida por mil hormigas. Dos nubes me bañan sin percatarse de regar a la flor equivocada. El mar se escucha a lo lejos, cada vez más lejos, cada vez más cerca de la nada.


Son las 4:38. No es de noche ni de mañana, el azul que cubre el mundo es indefinido y profundo, como el Atlántico, como el Pacífico, como tus ojos, donde la línea divisoria entre mar y cielo se borra. Como el azul de tu voz, como el azul de tu vestido lleno de mundos, lleno de paz, lleno de ti.



Los cuerpos celestes pierden alineación ante el crepúsculo. Los eclipses declinan, la luna está sola allá arriba y yo soy el único aquí abajo. Vuelvo a ser terrenal, de carne, de hueso, de sangre. Un mortal atado a la razón, sujeto a la consciencia. No hubo punto de partida, no hay puerto de llegada; sin destino alguno, la travesía asume su fin.

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jueves, 23 de abril de 2009

El regreso del Salvador


Hace unos meses publiqué una entrada que a la larga resultó ser la más exitosa de este blog – es decir, la que más comentarios generó –. La gran mayoría de los comentarios no fue sobre el contenido de la nota en sí, más bien por el hecho de tocar un tema tan irrelevante para algunos, pero interesante, si no es que apasionante para otros. Así que sin el afán de provocar a los inconformes, pero tampoco preocupándome demasiado por ello, he decidido hablar sobre un tema de indudable actualidad en México: el regreso del Salvador.

Yo fui de los que estaban de acuerdo con la contratación de Sven-Göran Eriksson hace casi un año. Como comenté en este blog, me parecía la persona con el perfil ideal para estar al frente del Tri; sin embargo, el tiempo y los resultados demostraron que yo estaba (a la par de muchos otros) en un error. Creo que a final de cuentas, el desconocimiento de la idiosincrasia del mexicano sí pesó en la relación entrenador-jugador. Me parece que Sven era demasiado “buena gente” y no supo imponer disciplina en el equipo, ni táctica ni de comportamiento. Mejor hubiera sido que Sven utilizara un intérprete a aferrarse a hablar español… la verdad es que su habilidad para expresarse en nuestro idioma dejó mucho que desear, bien dicen que no es lo mismo hablar un idioma para pedir una cerveza en un bar que para hacerlo en el trabajo diario.

Así que no hubo “de otra” que llamar al bombero, al mismo que apagó el fuego que amenazaba con dejar vacías las arcas de la Federación (Mexicana de Fútbol) en 2001. Y la verdad es que hay que darle las gracias a Aguirre por aquella hazaña, ya más allá de darle un baile a Italia en tierras niponas, fue gracias al Mundial del 2002 que tuve la oportunidad de conocer a algunos de mis mejores amigos mexicanos desterrados a estas tierras escandinavas.

Javier Aguirre es una persona de carácter fuerte, disciplinado, para quién lo más importante en un jugador es su coraje y su garra, antes que su capacidad. Para ser un ex futbolista, cuenta con una capacidad de diálogo sorprendente, sabiendo expresar perfectamente sus ideas y conceptos. No sé si sea por ser hijo de extranjeros, pero me parece que Aguirre traerá a la Selección precisamente eso que buscábamos en alguien proveniente del exterior: alguien que no consienta a los jugadores y que no les solape sus indisciplinas y displicencias. Por el contrario, me parece que Aguirre sabrá imponer el orden que tanto necesitan nuestros vanagloriados seleccionados.

Espero esta vez no equivocarme… más que por la evolución del fútbol mexicano, por el gusto de compartir otra justa mundialista con mis cuates, tal y como ocurrió en el 2002 y en vivo y en directo en el 2006.

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miércoles, 15 de abril de 2009

Pascua


La intención no es sufrir un ataque colectivo de colesterol, sino ser parte de una práctica que los últimos años ha devenido tradición en Noruega: entre el Jueves Santo y el segundo día de Pascua, se consumen 23 millones de huevo. En una escala mucho menor, pero no por ello menos importante, se encuentra el consumo de Kvikk Lunsj. En promedio, cada noruego come nueve de estos deliciosos chocolates al año; tres de ellos durante Semana Santa.

El invierno tiene lugar entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, es decir, del 21 de Diciembre al 21 de Marzo. Sin embargo, quienes habitamos este país nórdico, sabemos que la temporada invernal no guarda fidelidad al calendario y en ocasiones pareciera durar hasta seis meses. Por ello me llama la atención que los noruegos, después de quejarse del largo invierno, esperen con ansiedad las vacaciones de Semana Santa para disfrutar el ocaso de la etapa gélida en las montañas. Hay otro rasgo distintivo de la Pascua: por alguna extraña razón que aún no me ha sido explicada, en esta temporada la literatura y las series de televisión se ven dominados por el crimen (género policial). Mientras en Noruega Agatha Christie y el detective Hercule Poirot cautivan espectadores los Días de Guardar, en México se recurre a Marcelino pan y vino, Cristo 70, Los Diez Mandamientos y Jesucristo Súper Estrella, entre otros títulos, para ofrecer una programación ad hoc en los hogares del México siempre fiel.


Crecí en el seno de una familia católica que, como muchas otras, suele fortalecer su fervor religioso en Semana Santa y Navidad. Nunca fuí afecto a rosarios y viacrucis, pero siempre pedí que se me hiciera el milagro de viajar en vacaciones santas. Mis plegarias rara vez fueron escuchadas y por ello conozco bien el camino al Calvario.


Mi aversión al periodo litúrgico tenía razones fundamentadas: durante la Cuaresma debía guardar vigilia los viernes a pesar de ser un carnívoro insaciable; jueves, viernes, sábado y domingo de la Semana Mayor, era obligatorio acudir a la iglesia, lo cual significaba cambiar horas de juego por rezos; el Viernes de Crucifixión no teníamos derecho a ver televisión ni escuchar música, y el Sábado de Gloria corríamos el riesgo de ser arrestados si la policía nos agarraban aventándonos globos rellenos de agua. No se trataba de los albores de un futuro iconoclasta o delincuente, ni de una variación de Rosemary’s baby, yo era tan sólo un niño de 9 años lleno de inquietudes. Después de todo ya había hecho la primera comunión, como Juliancito. Ahora que, tampoco fuí el único feligrés fallido en la familia, uno de mis hermanos decidió consagrarse al sacerdocio pero abandonó el seminario al día siguiente de su ingreso, ante la imposibilidad de asumir el celibato.


Aquellos días mi entendimiento de la religión y sus instituciones era casi nula y confusa, pero no por ello carente de sensibilidad. A mí me reprimían si hacía uso de lenguaje soez pero los mayores hacían analogías que para mi rayaban en la blasfemia, como decir que a alguien lo habían dejado "como Santo Cristo". La burda comparación entre un peleador callejero que ha sacando la peor parte y las huellas dejadas por la Corona de Espinas en Cristo, le restaban seriedad al luto infundido en la Pascua.


El dicho “anda con el Jesús en la boca” tampoco era del todo claro para mí, y resultaba cómico escuchar a mamá mencionarlo refiriéndose a la señora Georgina, porque si alguien andaba con el Jesús en la boca era Hilda, su hija, quien recientemente se había hecho novia de mi amigo Chucho y no dejaba de besuquearlo a la menor oportunidad.


En la adolescencia mi escepticismo se hizo fortuito y el vínculo con la religión se rompió por completo. Curiosamente, los pasajes descritos arriba me llegaron mientras contemplaba el horizonte formado por las montañas del este noruego y el olor a leña quemada, proveniente de una cabaña, me remitió al aroma de sahumerio esparcido en las iglesias mexicanas durante Semana Santa . El Kvikk Lunsj que degusté fue insuficiente para contrarrestar la amargura de no poder estar con papá nuevamente en la liturgia dominical.

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miércoles, 1 de abril de 2009

Rebautizo


Ramiro cargó a un rival y lo mantuvo en posición boca abajo un par de segundos, antes de dejarlo caer al suelo. El hematoma en la frente era espectacular, la sangre apareció, estupefactos, descuidamos la llegada de la maestra al salón de clases. Nadie tuvo tiempo de correr a su lugar, como era costumbre cuando jugabamos luchitas, para eludir el juicio sumario de la profesora Silvia y vernos obligados a confesar nuestros crímenes escolares de cuarto año. “Quién fué?”, repitió con voz inquisidora; la cofradía y el acuerdo de no traición se disolvieron cuando la maestra clavó la mirada en Luis : “El Buitre, fue El Buitre”. El delator corrió peor suerte que el culpable: Silvia consideró más grave el uso de un apodo que haber ocasionado un chichón de antología.

Cómo íba a sospechar del alto nivel de inmoralidad que podía contener un mote, si en la televisión Angel Fernández había bautizado al futbolista Italo Estupiñán como El Gato Salvaje, en La Vecindad del Chavo nadie se llamaba Pedro ni María, papá se refería a mi hermano como Pinocho por narigón, y hasta en la iglesia hablaban del Padre Chinchachoma, un sacerdote poco ortodoxo que fundó varios alberges para niños de la calle. El apodo se lo pusieron ellos, precisamente, por su escaso cabello.

En nuestras casas era común escuchar que los papás recurrieran a sobrenombres como Gorda o Viejo, en lugar de mencionar sus nombres propios. Claro, siempre con respeto. Tal vez costumbrismo. No sé con certeza si la maestra Silvia era mayor o menor que nuestros padres, pero recuerdo algunos escotes que levantaban pasiones entre nosotros, sus discípulos de 9 años. Ahora que lo pienso, me parece que Silvia era soltera. Al menos yo nunca vi ningún señor con posibilidades de llamarla Flaca, cariñosa o sarcásticamente, en el hogar.

Julieta, una buena amiga de quinto, también era delgada pero a ella le decíamos Vitola. Hacía como que se enojaba pero le gustaba, sobre todo porque llamar a alguien con un alias otorga el derecho de bautizar en la misma medida a sus agresores, y ella era ágil para apodar. El Tío Lucas, El Zombie, La Supersónica y El Queso de Puerco pueden constatarlo.

Los sobrenombres obedecen distintas variables; no es lo mismo El Pecas que Archi, ni Sansón que Mamá Dolores. El apodo añade virtudes al nombre seleccionado conspicuamente por los padres: Briagoberto, Recruel, Carlitros, Caldorina. El aspecto físico ofrece variaciones sobre un mismo tema: Chaparro, Tatú, Poco Hombre. Hay quien los hereda: hijo de Tigre, Tigrito Azcárraga, quien por cierto, no adquirió un sobrenombre que denotara el negocio familiar como Enrique el de Los Tamaleros, José el de Los Carniceros o Lupe Lajito (apócope de La Jitomatera).

Los mexicanos pertenecemos a una cultura donde el sobrenombre no es ajeno. A Gavilondo Soler se le recuerda más como El Grillito Cantor, a Alejandro González Iñarritú ya todo mundo le llama Negro, como si hubieran compartido banca en la escuela, y hasta a un intelectual como García Márquez se le reduce el nombre a Gabo, por no mencionar a El Monsi. Y no es falta de respeto sino muestra de cariño, caso contrario a lo sucedido con la novia de un amigo, a quien apodaron La Tyson cuando la pela vs Evander Holyfield, porque a su novio le faltaba un pedazo de oreja.

Algunos apodos alcanzan tal proyección mediática que cientos, tal vez miles de individuos, adquieren el mismo alias como consecuencia. Tal es el caso de los sobrenombres de Daniel Arizmendi y Santiago Meza López, mejor conocidos como El Mocha Orejas y El Pozolero, respectivamente. Humor negro o de mal gusto; sobrenombres que alcanzaron primeros lugares de popularidad en varias colonias.

Otro que obtuvo sus 15 warholianos de fama por un golpe mediático fue Santiago González Osorio, alias El Roñas, interno del Centro de Tratamiento para Varones que le puso cuernos ni más ni menos que al entonces presidente Vicente Fox Quesada, mientras se tomaban la foto del recuerdo. Pero en este caso aplica la ley arriba mencionada con mi amiga La Vitola: “el que se ríe se lleva, y el que se lleva se aguanta”. Siendo aún candidato a la presidencia, se refirió a su contrincante priista como Francisco Lavestida Ochoa, haciendo mofa de las supuestas inclinaciones sentimentales del sinaloense. Y qué tal cuando tuvo el gesto de comparar a las amas de casas con "lavadoras de dos patas”. Vientos Roñas!

Mientras en México el apodo suele utilizarse como si fuera de pila, en Noruega aún no he tenido el gusto de saludar a un noruego con alias, aunque casi la totalidad de mujeres mexicanas que conozco, suele llamar a su peor es nada Güero. Muy originales. En una fiesta es normal que cuando una de ellas le grita a su marido “Güero!” en medio de la concurrencia, todos los matrimoniados con mexicanas u otras latinas, volteen al unísono. Eso sí, entre los nombres propios usados en Noruega, uno puede encontrar algunos que en México no tienen más que una función netamente de apodo, como lo son Bjørn (oso) y Ulf (de ulv-lobo).

Sospecho que la ausencia de apodos en Noruega puede tener una de sus razones en el mobbing. Por principio, nadie tiene derecho de molestar al prójimo. Los mexicanos somos ocurrentes y recurrentes, los apodos bien pueden obedecer a lo que algunos llaman espíritu festivo, aunque la verdad, frecuentemente devienen en puro espíritu chingativo. Yo n
o sé si sea fiesta o desmadre, pero gracias al incidente provocado por la lucha libre en cuarto de primaria, me enteré, al igual que muchos de mis compañeros, de que El Buitre se llamaba Javier.

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martes, 17 de marzo de 2009

Reafirma Noruega interés en petróleo


Noticia publicada en el diario Reforma

Por Erika Hernández

El café mexicano interesa también al país escandinavo, aseguró su Príncipe, de visita en México

El Príncipe Haakon de Noruega afirmó que México tiene un gran potencial energético, por lo que su Gobierno busca profundizar y expandir su relación bilateral en este sector.

Luego de dar un recorrido por el Museo Frida Kahlo, en Coyoacán, el heredero de la realeza noruega aseguró que este es el momento ideal para fortalecer la relación entre ambos países.

"Nosotros buscamos expandir nuestra cooperación, podemos ir juntos en muchos temas, como seguridad y derechos humanos, hay muchos campos en los que podemos trabajar.

"Esta visita estamos enfocándola a la relación de negocios, principalmente al tema de energía, México es un gran productor de petróleo y Noruega también, tenemos conocimiento del tema, tenemos muchas oportunidades para colaborar, para profundizar y expandir la relación en ese tema", dijo.

En conferencia de prensa, el Príncipe indicó que también están interesados en llevar café mexicano a Noruega, por lo que será uno de los puntos importantes en su visita a Veracruz, el día miércoles, donde sostendrán un encuentro con el Gobernador Fidel Herrera.

"Estamos muy felices de estar aquí en México, hemos buscado esta visita desde hace mucho tiempo, hemos traído a muchos empresarios. Esperamos que podamos formar una relación muy fuerte entre México y Noruega y que se expanda nuestra cooperación, también en lo cultural", añadió.

El Ministro de Energía, Terje Riis-Johansen, afirmó que tendrá una reunión con su homóloga Georgina Kessel, a fin de establecer qué tipo de relación pueden mantener ambos países y que la legislación mexicana lo permita, pues la empresa petrolera noruega está creada con 40 por ciento de capital extranjero.

"Nosotros queremos cooperar en ese sector porque tenemos mucho conocimiento en petróleo, la plataforma continental de Noruega es muy grande y esperamos que muchos de los empresarios que participan con nosotros en Noruega también puedan ayudar a México a aprovechar estos recursos naturales, principalmente en aguas profundas", dijo.

Los Príncipes tendrán una reunión con el Presidente Felipe Calderón en las 17:00 horas, en la Residencia Oficial de Los Pinos, para después inaugurar la exposición fotográfica "Noruega, impulsada por la naturaleza", en la galería abierta del Bosque de Chapultepec, donde se preve la asistencia del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.

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lunes, 9 de marzo de 2009

Noruega pone sus ojos en México


Noticia publicada originalmente en CNN Expansión

Por José Manuel Martínez

Noruega busca desembarcar en México aprovechando la nueva legislación petrolera y adelantándose al mayor proyecto de Pemex para impulsar su debilitada producción de crudo, la exploración en aguas profundas.

La meta, en principio, es que la paraestatal mexicana adquiera tecnología y servicios de las firmas noruegas, cuya mayor experiencia en exploración y producción de petróleo y gas natural lejos de las costas le permite tener una de las industrias petroleras más importantes del mundo, con una producción de 1.95 millones de barriles diarios de petróleo (mdbd), con poco más de 40 años de producción.

"Vamos a México para ver que hacemos, estamos revisando la iniciativa (de reforma petrolera) y veremos el reglamento para ver cómo podemos participar (...) Pemex es un buen cliente", dijo en entrevista, Terje Riis-Johansen, ministro de Petróleo y Energía de Noruega.

StatoilHydro, la empresa de mayoría estatal de Noruega tiene firmados varios convenios de colaboración con Pemex sobre tecnología y desarrollo, pero otras empresas como la privada Bergensen Worldwide LTD buscan ampliar sus negocios en México.

Desde 2007, Bergensen arrenda a Pemex, por 223 millones de dólares (mdd), una Unidad Flotante de Producción, Almacenamiento y Descarga (FPSO por sus siglas en inglés) que produce unos 100 mdbd de crudo para exportación.

"Tengo entendido que en el futuro inmediato Pemex licitará mas FPSO's", dijo en entrevista Martha Elena Bárcena, embajadora de México en Dinamarca, Islandia y Noruega.

El año pasado el Congreso mexicano aprobó una reforma que concede a Pemex mayor autonomía para poder ofrecer contratos con incentivos a empresas privadas, pero la reglamentación para estos contratos está pendiente y es esperada con ansia por las principales empresas operadoras y proveedoras de tecnología del mundo.

Una de ellas es StatoilHydro, empresa con 67% de participación estatal, que opera en México desde 2001, pero ahora busca ampliar su participación al ofrecer servicios y tecnología a México, después de operar pozos en 10 países en los que espera aumentar su producción internacional a 650 mdbd en 2012, desde los 475 mbdp que hoy extrae en bloques de naciones como Brasil y Canadá.

"En esos países participamos como socios, en México analizamos la ley para ver como participamos", dijo Monica Boe, asesora de StatoilHydro para los países de América.

México pretende aumentar su producción de crudo a 3.0 mdbd para el 2015, después de que para este año se espera que la producción caiga a 2.7 mdbd, tan solo en enero pasado registró una baja de de más de 9%.

Una delegación de 60 empresarios - encabezada por los príncipes herederos, Haakon y Mette-Marit- visitará México, del 15 al 19 de marzo próximos, y se reunirán con el presidente Felipe Calderón para promocionar el comercio entre ambas naciones.

Las importaciones y exportaciones entre ambas naciones se concentra en tuberías de acero y servicios, siendo que Noruega es la segunda nación con mayor Producto Interno Bruto por habitante de Europa, después de Luxemburgo y cuyo fondo petrolero alcanza los 200,000 mdd, equivalentes al 75% de su Producto Interno Bruto.

De acuerdo a la embajadora Bárcena, otras empresas como Aker, la mayor firma de ingeniería para producción en aguas profundas, se encuentra interesada en establecerse en México, después de que firmó el año pasado negocios con Brasil.

Comercio

La delegación noruega que visitará México busca además establecer mayores relaciones comerciales para superar el intercambio de bienes que alcanza los 300 mdd, el 17% del comercio con la Asociación Europea de Libre Comercio (Suecia, Liechtenstein, Noruega e Islandia).

Los noruegos analizarán posibles inversiones en el sector turismo y sobre todo en la mayor compra de café mexicano, principalmente orgánico, por lo que se realizará un seminario en con la Unión de Productores de Café de Veracruz.

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Videogalería

México vs. EUA (Eliminatoria al Mundial 2010)

Resumen del dramático partido contra los gringos jugado el 12 de agosto en el Estadio Azteca, en el que México se jugaba la vida ...

Noruega vs. Escocia (Eliminatoria al Mundial 2010)

Ese mismo día, también Noruega se jugó su última carta para manterner sus posibilidades vivas para asistir a Sudáfrica.