jueves, 22 de enero de 2009

Entregas postergadas II. De Año Nuevo: Chacahua

“Sólo para la muerte no hay envidia”. Este aforismo es mi primer recuerdo filosófico de Chacahua; estaba escrito en el costado de una lancha que había visto pasar sus mejores días y ahora descansaba boca abajo en un terreno baldío, asumiendo la función de monumento que engalana la avenida principal y da la bienvenida al visitante. Pero ahí no había ninguna avenida, tan sólo una vereda de arena flanqueada por viviendas construidas rústicamente con madera y palma, que desembocaba en la playa. Esta primera impresión, posterior al viaje en la lancha cooperativa que nos llevó de Zapotalito a Chacahua, atravesando la magia de sus lagunas, era una respuesta contundente a nuestras aspiraciones en el primer viaje que realizamos juntos: estábamos en el lugar correcto.

Viajamos con motivo de Año Nuevo y, por la fecha, parecía que celebrábamos de acuerdo a la tradición de la Iglesia Ortodoxa y no siguiendo el calendario gregoriano, al estar más próximos al 14 que al 1º de enero. El retraso en la partida fue con la intención de evitar el conglomerado de vacacionistas, en su mayoría jóvenes entre 20 y 30 años, que suelen invadir esta playa apenas pasada la navidad y la abandonan acudiendo al llamado de la rosca de reyes. El viaje era una especie de luna de miel y queríamos disfrutar sin tumultos el paraíso que nos habían platicado.



Chacahua no contaba con hoteles, las alternativas de hospedaje consistían en montar una tienda de campaña, abandonarse a una hamaca o rentar una cabaña con algo parecido a un colchón a la orilla de la playa. Optamos por esta última modalidad. El trato lo hicimos con Doña Juana, quien también nos ofreció los servicios de su palapa para consumir bebidas y alimentos. Todavía hay días que despierto con la ansiedad de desayunar unos huevos oaxaqueños acompañados con tortillas hechas a mano, como los ofrece la Doña en su restaurante.

Juana tenía un físico atípico para las oaxaqueñas: era alta y corpulenta. Con su carácter fuerte dominaba a sus tres hijos, dos de ellos adultos, e incluso sometía el machismo de su marido. Al paso de los días nos ganamos su confianza y terminamos ayudándole a hacer algunas cuentas de su establecimiento, porque las cifras de tres dígitos le complicaban la existencia. Nos llamaron “los noruegos” luego de enterarse del país de origen de mi mujer. Fue el marido de la Doña quien preguntó de dónde veníamos: “Noruega, Noruega…”, repetía mientras miraba pensativo el techo de la palapa, como si ahí viera un mapamundi en el que buscaba ubicar Escandinavia. “Noruega!”, exclamó, “los que pelearon contra Estados Unidos”. Uniendo cabos entendí que el marido de Juana había confundido a Noruega con Manuel Antonio Noriega, el excomandante y dictador vinculado al narcotráfico, que provocó la cuestionable invasión militar de Estados Unidos a Panamá en 1989, con un saldo superior a las tres mil bajas, en su mayoría civiles.

El contacto con la gente local se dio inmediatamente y en distintos órdenes. Alguien me había ofrecido ostiones frescos, todo era cuestión de encargarlos con anticipación o muy temprano por la mañana. El día que me decidí a hacer el pedido estaba sentado en una mesa con cinco o seis jóvenes locales, degustando una Corona. “Va’charle balas al cañón?”, me preguntó uno de ellos al tiempo que volteaba a ver a mi mujer. Todos soltamos la carcajada, incluida ella, que, para sorpresa de los locales, no solamente hablaba español de manera fluida sino también entendía chistes y albures. Esos instantes eran una oferta infinitamente superior a la docena de ostiones por 20 pesos.

Conocimos a grandes personajes de Chacahua como el electricista del pueblo, Benigno “El Maligno”; Marcial, que entonces era el policía o encargado de la seguridad local por poseer una vieja pistola que había heredado de algún pariente difunto; el tocayo, temeroso de que Chacahua fuera invadido un día por las grandes cadenas hoteleras a pesar de ser una reserva ecológica, y Paulina, una niña que llegó ofreciéndonos pescadillas y terminó aprendiendo a leer el reloj conmigo. En Chacahua también coincidimos una noche con un violinista italiano que, con tal de vivir una temporada en Playa del Carmen, había invertido su talento musical en un mariachi que peregrinaba por los hoteles de Cancun hasta que se hartó y se enroló en la Orquesta Sinfónica del Estado de México, dirigida por el Maestro Enrique Bátiz. Esa velada jugamos dominó y la pareja contrincante estaba formada por un exfutbolista español ahora convertido en cheff, y otro vacacionista mexicano que había llegado con la intención de quedarse una semana pero ya llevaba un mes en la playa y no tenía para cuando volver a la ciudad.

Hasta con los perros, que siempre andaban en grupo, hicimos amistad. El jefe de ellos se llamaba “Pirata” y su dueña era una mujer local que había tenido temporadas fuera de Chacahua y lucía un tanto exótica. “El Pirata”, pinto, fuerte y ladrador, siempre iba a su lado pero por las noches la abandonaba para acudir a la playa a comandar a los demás canes, todos, igual que él, llenos de cicatrices. Nuestro contacto fue realmente accidental y un acto de reflejo y defensa: una noche de camino a nuestra cabaña fuimos interceptados por una multitud de pequeñas luces redondas que destacaban en la oscuridad casi plena. A tan sólo unos metros nuestras lámparas alumbraron no sólo los ojos, también los colmillos amenazantes de una jauría que ladraba con más furia que el oleaje. “Pirata!”, grité por instinto, fuerte y autoritariamente como lo hacía su dueña. Como niño regañado, el líder de aquella pandilla chilló y nos acompañó hasta nuestra morada moviendo el rabo, seguido por sus amigos.

Las puestas de sol, las llegadas de la luna, el oleaje violento azotando la playa en la madrugada, el pescado y los mariscos frescos, la laguna, sus manglares y aves, el mezcal hecho en casa, las enramadas, los huevos oaxaqueños de Doña Juana y sobre todo la gente, hicieron de Chacahua un microcosmos al que acudimos puntualmente cada año durante un lustro después de ese primer encuentro, hace doce años. El romanticismo de la playa semivirgen fue modificándose poco a poco: Doña Juana cambió las cabañas rústicas por cuartos de concreto con techo de palma y aparecieron innumerables bungalows que albergan a los jóvenes vacacionistas en temporada alta. También se multiplicaron sin control las enramadas con servicio de comedor sobre la playa y el par de baños públicos, que inicialmente contaban con una cortina de plástico como puerta -debajo de la cual había que sacar un pie para indicar que estaba ocupado-, fueron equipados con escusados nuevos y puertas de herrería.

No sé cómo luzca Chacahua actualmente, el traslado a Noruega y la llegada de los hijos le dieron un nuevo orden a nuestras prioridades, pero creo que es tiempo de regresar a sus lagunas. Deseo, con fuerza inconmesurable, celebrar un año nuevo hospedado por Doña Juana sin importar si es Enero, Pascua o la primer semana de Septiembre.

10 comentarios:

Claudia dijo...

Hola que tal,

De link en link llegué hasta tu blog. Soy también mexicana y radico en Alemania. Me gusto mucho tu blog.

Bueno si un día tienes tiempo, aquí te dejo el link del mío…

Saludos

http://claudialpl.blogspot.com/

Chilangoslo dijo...

Pues sí, curioso que en el paraiso el mar sea traicionero. A más de uno se las ha aplicado. Los locales me lo han dicho: "por qué se meten hasta allás si nosotros no lo hacemos?". "A donde fueras, lo que vieras", dicen los viejos. Daniel, buena vibra y que disfrutes el viaje a Chacahua si lo realizas, si no, el puro hecho de estar en Oaxaca te ubica en una zona del jardín de las delicias. Saludos de vuelta.

Claudia dijo...

Hola amigos de Osledad... ¿puedo poner un link de su blog en el mío?
Pienso poner una sección de "Otros paisanos del otro lado del charco" o algo así.
Gracias de antemano y saludos.
Clau

Chilangoslo dijo...

Claudia,

Claro que puedes poner el link; Osledad tiene su sede en Noruega pero es un blog para los mexicanos de todo el mundo.

Gracias por tu interés.

Saludos de todos en Osledad.

Mike KLX dijo...

Cañas, perros mansos de dia y lobos de noche, el río de las estacas, las luciernagas y los grillos, los caballos paseandose solos por la calle... (suspiro). Gracias por recordarme mi pequeño microcosmos en el estado de Morelos. Saludos.

Unknown dijo...

de click en click acabe aqui y tu descripcion de chacahua me hace hacer dos cosas 1 pedir por el bungalows de doña juana y 2 celebrar este año nuevo al lado de mi esposa en ese lugar

gracias y mucho exito

Chilangoslo dijo...

Rodrigo, que tengan un feliz e inolvidable año nuevo cobijados por Chacahua y Doña Juana.

Saludos.

Anónimo dijo...

Quisiera que me dieran si es posible el teléfono de doña Juana.
Conocimos mi esposo y yo, Chacahua en una excursión en la navidad del año 2007 y nos encantó, nos dieron un teléfono pero desgraciadament lo extravié.Muchas gracias...Marta

Chilangoslo dijo...

Marta, desafortunadamente no tengo el teléfono de Doña Juana, pero si tú y tu esposo se animan a visitar Chacahua sin previo contacto, seguramente les irá bien. Aparte de la Doña hay varias personas que han optado por brindar hospedaje y alimentos; a nosotros nos fue muy bien con Juana y por eso nos hicimos sus clientes fijos, pero también probamos otros lugarcitos y la verdad es que la diferencia no es mucha. Si se animan, les deseo las mejores vacaciones posibles. Saludos de Chilangoslo.

un Autista Disléxico dijo...

Hola desde Cuernavalas: viví en Chacahua la primavera del 1992, como unos 4 meses. Era el mecánico local de motores fuera de borda, a veces iba a Zapotalito porque tienen torno para reparar o rectificar sus piezas.
Mi hijo JeanLoup era mi aprendiz, pero le gustó más el buceo y empezó con los locales que sacan coral negro, a 70 metros de hondo! Con equipo obsoleto. Vivíamos en la palapa de Héctor "el General", sin muros y en hamaca. Para tener ingresos constantes llevé mi taller móvil (un Safari con TODA la herramienta del mundo) a Puerto Escondido, donde residí 6 años. Ahora JeanLoup es buzo capacitado de profundidad (en el agujero Azul del Mar Rojo, me dá ñáñaras. Pero se lo debe al aprendizaje con la banda de Chacahua)

El "café" junto a la hoguera, en la playa, de noche con la banda ··· lo mejor del Mundo! (olvidé los mareños a las brasas: chillan como langostas al hervir)

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Ese mismo día, también Noruega se jugó su última carta para manterner sus posibilidades vivas para asistir a Sudáfrica.