miércoles, 19 de agosto de 2009

Jaguar

Eres muy fuerte, difícil de contener. Cada vez que rujes la selva y todos sus animales obedecemos al instinto, queremos huir, escondernos, ser invisibles; forzas a hablar al cobarde silencio causado por tu presencia platicando de tu lugar en la cadena alimenticia, en el ciclo de la vida.

Por que ruges felino? tu conoces tu poder y por lo mismo ignoras mi pregunta. Algo te molesta, algo esta fuera de balance y tu no lo toleras. Tanta grandeza tiene su precio.

Te queremos enjaular y protegerte, eso te lastima y nos duele. Cada minuto dentro de tu prisión nos apresa y nos deja cicatrices.

Donde estas? libre eso si, porque entre barrotes tú no eres tú ni esta selva tiene vida. No te veo pero te escucho respirar, estas aquí, junto a mi.

Estoy listo! ofrezco mi sacrificio, mi sangre, mi miedo. Arranco en dirección a la gloria, rápido y ágil, moviéndome en un zig-zag fuera de control y sintiendo tu aliento. Sonríes, eres feliz y yo también. Siento tu abrazo en mi cuerpo y tus garras en mi piel y ahora los dos volamos al unisono cerrando nuestro ciclo inminente.

Sigue adelante jaguar, ruge cuando quieras, escapa de jaulas y haznos sentir vivos.

(la foto del jaguar tiene licencia de Creative Commons).

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lunes, 17 de agosto de 2009

Como el primer día


Fui el primero en verte, tenías dos corazones en lugar de ojos y una estrella en vez de corazón. Ellos son el espejo donde veo las virtudes y lo diminuto de mi ser, son mi templo y sus jardines, el nicho donde me refugio para nunca salir de ti.

Has sido bing bang y punto de encuentro en las encrucijadas de mi interior, la mariposa que siempre quise atrapar con un beso. Tu voz es mi guía en lo etéreo, la melodía que rasga mis percepciones y pulveriza mis huesos.

Te he visto caminar sobre el agua y columpiarte en las nubes pero a nadie se lo cuento, es un secreto que te susurro cuando estás dormida y la profundidad de tus ojos ha rebasado los misterios del universo.

El temor de contemplar directamente a los eclipses se esfumó con tu llegada, desde entonces, retar a la ceguera no es osadía sino necesidad. Les has dado luz a mis venas, a mis pensamientos y a los laberintos de mi realidad.

Recuerdo cuando te conocí, llorabas intensamente en mi pecho y me hacías llorar, tus ojos oscuros me veían detenidamente sin mirarme; me sentí vulnerable porque sabía que tú sabías quien era yo, o lo intuías. Te quise tanto, te quise desde siempre, desde antes de saberte posible.

Me embruja tomar tu mano tan suave, tan diminuta, tan necesaria para recorrer la vida; pero tú has cambiado, ahora prefieres ir sola aunque no lo hagas. Te alejas sin distanciarte un milímetro de mi ser. Sé que no necesariamente te mantendrás a mi lado, pero yo estaré siempre al tuyo: eres el sendero donde conceptos como incondicional y eterno son posibles.

Hoy que celebraste el rito de iniciación escolar, tu rostro reflejaba una emoción cercana a la incertidumbre, con inevitable capacidad de contagio. Durante esos instantes de sentimientos encontrados, recordé cuando me dijiste que siempre, siempre, aunque ya esté muerto, voy a ser tu papá. Al despedirme de ti en la escuela esta mañana, apretaste mi mano con ganas de nunca soltarla y yo volví a ser tan vulnerable como hace casi seis años, cuando te vi llegar al mundo con los ojos abiertos.

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domingo, 16 de agosto de 2009

Los Sin Escuela


Alguna vez alguien me comentó que yo tiendo a publicar en el blog noticias negativas o pesimistas sobre México. Yo siento que no es así, al menos trato de guardar un equilibrio y publicar aquello que pueda resultar interesante para los mexicanos que vivimos tan lejos de nuestro país, independientemente de si sea positivo o negativo.

Sin embargo, he de aceptar que en estos tiempos de crisis es las notas negativas superan a las positivas, así que de antemano una disculpa por ello.

Encontré una nota que me llamó la atención, no porque se trate de un asunto nuevo sino porque ahora más que nunca me parece elemental, crucial, de hecho me atrevería a afirmar que es el principal origen de muchos – si no todos – los problemas que existen en México.

Así que sin más preámbulo, les presento este artículo que fue publicado originalmente en la revista emeequis, autoría de Humberto Padgett:


Los Sin Escuela

Irene Rodríguez tiene 19 años y la seguridad de que ha fracasado en la vida.

Ella no pertenece al contingente de miles de muchachos que este lunes inician su carrera universitaria. Irene es parte del otro grupo, cada vez más numeroso, el que se queda en la camino, con la puerta cerrada en la cara. El de los mexicanos jóvenes que están sin escuela.

Y a ella le han cerrado el acceso en cuatro ocasiones. En dos de ellas, el sistema educativo superior de México le ha impedido concretar su idea de ser educadora de niños con discapacidad. En las otras dos, se ha quedado frustrado su proyecto de prepararse para ser empresaria.

“Me gustaría ayudar a los niños con problemas. No me gusta que les discriminen. Lo otro que me gustaría es abrir mi empresa, tener iniciativa. Tengo muchas ideas, quisiera hacer la carrera de mercadotecnia”, dice Irene.

No lo dice abiertamente, pero la insistencia en estudiar educación superior tiene que ver con otro sueño, más material si se puede decir así: el de dejar atrás las barrancas repletas de endebles casuchas a las que nomás les llueve y ruedan hasta el fondo de algún canal de aguas negras en La Martinica, la colonia en la que vive, en la delegación Álvaro Obregón del DF.

Ella estudió la preparatoria en el plantel número 1 del Colegio de Bachilleres, terminó en los tres años previstos en el programa y egresó en 2008.

El pasado domingo 22 de febrero, Irene Rodríguez iba y venía de un lugar a otro en las inmediaciones de la Universidad Latinoamericana, en la colonia Del Valle, una escuela privada a la que podría ingresar, pero que su familia jamás podría pagar.

Repartía volantes con una premonición, una advertencia: “¿Qué harás si la UNAM te rechaza en este examen de febrero?”, se pregunta al inicio de la hoja que distribuye Irene, impresa por el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior.
“Si no eres aceptado en este concurso para ingresar a la UNAM seguramente esperarás al examen de junio o presentarás los exámenes a la UAM o al IPN.

“Pero el problema consiste en que si te rechazan hoy, es muy probable que también te rechacen en junio; y si la UNAM no te acepta es también muy probable que no te acepten en la UAM o en el Politécnico.

“Los aspirantes no debemos aceptar ser rechazados. Hoy te invitamos a organizarte con nosotros, a luchar juntos por la defensa del derecho constitucional a la educación”.

El día anterior al reparto de volantes presentó por cuarta ocasión su examen de admisión para ingresar a una universidad pública. Estaba aferrada a ser administradora de empresas o pedagoga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ese día Irene esperaba convertirse en uno de los privilegiados que hoy lunes 10 de agosto ingresan a la universidad pública de su elección. Vestía una playera del equipo de futbol de los Pumas. Apretó la propaganda como si quisiera desaparecerla en sus manos cuando se le preguntó lo mismo que decían sus volantes: “¿Qué harás si la UNAM te rechaza?”.

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La educación mexicana casi siempre es tema de malas noticias: pobrísimo desempeño en matemáticas o español en las primarias, violencia en las secundarias, drogadicción en las preparatorias. Y al final del trayecto escolar, en la educación superior, la situación no es mejor. De hecho, tiende a empeorar.

En teoría, 10 millones de jóvenes mexicanos de entre 18 y 24 años deberían estar en las aulas universitarias y de educación superior, pero la realidad es muy distinta: apenas 2 millones 300 mil jóvenes tiene cabida en escuelas públicas o privadas de ese nivel.

En otras palabras, México está desperdiciando uno de los principales recursos de cualquier país: el capital humano e intelectual que representan más 7 millones y medio de muchachos y muchachas que están fuera del sistema educativo superior.

La cobertura de educación en México está muy por debajo de los niveles internacionales: apenas llega a 25 por ciento, cuando países como Argentina y Uruguay tienen a 50 por ciento de sus jóvenes en aulas universitarias, o Costa Rica, Chile e incluso Panamá, que están mucho más adelante que el país.

De las naciones industrializadas, nos separa una brecha aún más amplia: todas tienen tasas de atención superiores, en algunos casos mucho mayores, a 50 por ciento. “De ese tamaño es el déficit de lugares”, destaca el especialista Roberto Rodríguez, coordinador de la Red de Investigadores sobre Educación Superior.

En Estados Unidos, cuatro de cada cinco jóvenes en edad de ir a la universidad lo hace. En nuestro país, la proporción es inversa: sólo uno de cada cinco lo consigue. Es decir, por lo menos 75 por ciento de los jóvenes mexicanos en edad de ir a la universidad no están yendo.

“En términos de política educativa y social ese es un dato brutal. Esos millones de muchachos están en dos o tres sitios: en el comercio informal, en Estados Unidos o en la delincuencia, lo cual pinta un escenario muy poco halagüeño no sólo para las universidades, sino para el país”, subraya Hugo Casanova, especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la UNAM.

En la zona metropolitana del Valle de México –los datos nacionales son poco confiables, subraya Manuel Gil Antón, coautor de Cobertura de la Educación Superior en México, editado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior– unos 300 mil muchachos egresan al año de la educación media superior y más o menos 270 mil aspiran ir a la universidad.

El último dato conocido arrojó que en la zona metropolitana de la capital entre 10 y 15 por ciento de los egresados de las prepas o equivalentes, unos 30 a 40 mil jóvenes, no encontraba acceso a ninguna institución.

Y para enfrentar la situación siguen estrategias muy diversas. Algunos esperan una segunda oportunidad. La UNAM y la UAM tienen dos exámenes de admisión anuales. Otros esperan un año estudiando inglés o alguna otra actividad. Otros migran al mercado informal, o a ayudar a sus padres en el negocio familiar.

Los muchachos que no encuentran sitio en la zona metropolitana del Valle de México –aquí también se consideran las universidades del estado de México o de Morelos—“en su gran mayoría los perdemos, se van del sistema”, lamenta Gil Antón.

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Edwin Paz vive en el Cerro del Judío, en la delegación Magdalena Contreras, al sur del DF. Lleva cinco intentos de ingreso a la licenciatura. Tres a ciencias de la comunicación y a sociología en la UNAM, y otro, hace un par de meses, a comunicación social, en la UAM.

Egresó del Colegio de Bachilleres número 15 hace cuatro años. Desde entonces intenta, una y otra vez, entrar a la licenciatura.

Después del segundo intento, Edwin buscó trabajo y se ocupó como vendedor en una sucursal de la tienda General Nutrition Center, especializada en complementos alimenticios. Supo muy bien que el tiempo se le iba entre vitaminas que jamás podía comprar con su salario mínimo, y entonces regresó a la fila de fichas para la presentación de un examen de selección, guiado por un hecho que lo ha acompañó durante los 15 años ininterrumpidos en que fue a la escuela: Edwin ama estudiar.

En el tercer intento, luego de meses de dedicar ocho horas diarias a estudiar y asistir a cursos de preparación para presentar el examen de selección, se quedó a un punto del mínimo necesario. Algo falló en una ecuación matemática. Un solo punto le faltó. Por lo pronto, no podrá cumplir su aspiración de estudiar una licenciatura.

“Te queda un sentimiento de impotencia, te entra la duda de si eres suficientemente capaz para estudiar. Vienen sentimientos de culpa. He estado deprimido. Ya tengo 23 años y a esta edad ya debería tener mi carrera consolidada o un trabajo fijo con futuro. Pienso en qué podría hacer y no tengo un oficio, no sé hacer carpintería o electricidad. A veces pienso que mi vida no ha valido la pena. No produzco nada, ni siquiera puedo satisfacer mis propias necesidades.

“Estoy enojado y mi caso no es el único. Somos cientos de miles en esta situación. Hay mucho enojo, hay mucho resentimiento. La educación, nos dicen, es un medio para aminorar la desigualdad, pero el gobierno quiere desigualdad y nos quita la posibilidad de acceder a la educación”, dice Edwin, reunido el jueves de la semana pasada con un grupo de muchachos rechazados como él a las afueras del edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la Plaza de Santo Domingo.

Edwin, hijo de un mecánico, analiza las causas de por qué sus cinco intentos consecutivos han fallado. Admite que la calidad en el Colegio de Bachilleres es deficiente. El ausentismo de los profesores es alto, la falta de materiales permanente.

–La Secretaría de Educación Pública dice que sí hay espacios, que no se han dejado de abrir universidades tecnológicas. –Yo no quiero ser mano de obra barata, no quiero ser empleado de alguien que sí fue a la escuela por el sólo hecho de ser hijo de alguien con dinero. Yo y quienes aquí estamos tenemos la capacidad de ser médicos, abogados, ingenieros. Nosotros también podemos ser el secretario de Educación Pública.

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Una de las expresiones de la incapacidad del país para dar educación superior a sus jóvenes es el creciente número de alumnos rechazados que buscan ingresar a las principales escuelas y universidades públicas, pero que no tienen cupo en ellas.
En los últimos años, el grupo de muchachos y muchachas sin escuela ha ido aumentando cada vez más. Y los pronósticos es que a partir de 2012 la avalancha de jóvenes que no tendrán acceso al nivel de licenciatura será incontenible.

El fenómeno de los jóvenes rechazados se extiende por todo México, pero se ha hecho más evidente en las más importantes zonas metropolitanas del país.

Por sus densidades demográficas, en el Distrito Federal y el estado de México el problema es mucho más visible se hace más visible y cuantitativamente más importante.
El caso más representativo es el de la UNAM, cuya capacidad para garantizar el acceso a los jóvenes que buscan una licenciatura está ampliamente rebasada.

Este año, en sus dos exámenes de selección, la institución aplicó un número récord de más de 166 mil exámenes de admisión, pero sólo ingresaron menos de 15 mil muchachos.

Y no es un fenómeno coyuntural. Desde 2001, el crecimiento de la demanda a la UNAM es sostenido. De esa fecha a la actualidad, el número anual de mexicanos que buscan cursar una licenciatura en ella pasó de 88 mil a 166 mil.

Con algunas excepciones, la demanda desborda a los lugares disponibles en las aulas universitarias. Por ejemplo, para la Facultad de Medicina de la UNAM, considerada la mejor del país, en febrero pasado presentaron examen 8 mil 331 jóvenes. Sólo ingresaron 188. ¿Sobran médicos en México? Si el criterio es la competitividad internacional, la respuesta es no.

México tiene 1.5 médicos por cada mil habitantes, Brasil 2.1, Uruguay, 3.6, e Italia, 3.7. Todos son socios comerciales de México y tienen niveles de desarrollo equiparables a los nuestros.

Los jóvenes que no consiguen ingresar a la UNAM no sólo se concentran en carreras tradicionales, como derecho o medicina, sino incluso en las que están consideradas en el mundo como las disciplinas del futuro.

Recientemente, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en la que se agrupan los países más desarrollados y a la que pertenece México, difundió un listado de las nueve carreras con mejor perspectiva laboral y salarial en el mundo.

Una de ellas es ingeniería mecatrónica. Pero ahí tampoco hay cupo para atender la demanda: sólo uno de cada 75 aspirantes fue admitido en la Facultad de Ingeniería de la UNAM en febrero pasado.

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La última vez que lo intentó, la séptima, Víctor Hugo Martínez se quedó a 10 aciertos de cumplir su meta: prepararse para ser historiador. Desde 2004, estudió tenazmente para ingresar a las carreras de ciencias políticas, sociología o historia en la UNAM. Nada. La opción de buscar una universidad privada era francamente imposible. Entre un intento y otro, conseguía algún empleo como ayudante de herrero o aplicador de impermeabilizantes.

“El problema es que los rechazados de un año se acumulan con los egresados del siguiente, haciéndose cada vez más difícil. La responsabilidad de las autoridades es generar los suficientes lugares”, dice Martínez, de 20 años.

Víctor Hugo no desistió, aun cuando sabía de primera mano que terminar una carrera no es garantía de nada. Su hermana estudió arte dramático en la Facultad de Filosofía y Letras. Deambuló dos años antes de encontrar empleo como profesora de teatro en un espacio cultural del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde había trabajado como asistente con un sueldo de 11 pesos por hora. O su hermano mayor, egresado de ingeniería electrónica del Politécnico, quien pasó siete años haciendo una cosa u otra antes de encontrar un trabajo relacionado con sus estudios.

Entonces se encontró con un volante del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior y se sumó a la protestas. Marchas, plantones, volanteo. Y fue elegido para ser parte de un convenio por el que algunos alumnos rechazados ingresan a una escuela privada y, tras un año de estudios, son incorporados en la UNAM.

Víctor Hugo Martínez llegará de esta manera a la universidad el próximo año. No será politólogo, ni sociólogo ni historiador, como quería. Será abogado.

“Para muchos, el agua no está en el cuello, está llegando a la nariz”.

Trabaja afanosamente en los cubículos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde el movimiento otorga asesoría gratuita a los aspirantes y participación en las protestas, segunda vía de acceso para los rechazados. Pero esa es una solución sólo para unos cuantos.

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El incremento en la demanda de espacios en las instituciones de educación superior tiene una explicación directa: el crecimiento del grupo de población en edad de cursar estudios universitarios.

Pero existen otras razones que agudizan el problema. Las instituciones públicas como la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional o la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) han consolidado su calidad y su costo es relativamente bajo, y en el caso de la universidad nacional es prácticamente nulo. “Lo mismo ocurre en los estados, donde la primera opción es la universidad pública estatal y después se considera lo demás”, dice Roberto Rodríguez.

Además, la crisis económica ha obligado a muchas familias a olvidarse de las universidades privadas.

Por ello es que ante las dificultades económicas, el cuello de botella se ha concentrado en las instituciones públicas.

La última convocatoria de ingreso al Politécnico atrajo a una cifra récord de 124 mil estudiantes, pero de ahí quedaron sin posibilidad de ingresar a la escuela unos 102 mil jóvenes.

El director general del Poli, el doctor Enrique Villa Rivera, explicó el aumento en la demanda por la movilidad de estudiantes de escuelas privadas a la educación pública.

En la tercera institución pública más grande del DF, la Universidad Autónoma Metropolitana, la situación también es de apremio: más de 63 mil egresados de preparatoria y bachillerato intentaron ingresar este año, pero sólo hubo cupo para 10 mil 500 aspirantes.

Aunque las escuelas públicas duplicaran “mágicamente su oferta de primer ingreso, de un día para el otro”, observa Roberto Rodríguez, esto no haría gran diferencia en su tasa de rechazo.

“Independientemente de lo que se haga, la tasa de rechazo es muy elevada y aumenta cada año por la suma de estudiantes que se presentaron el año anterior y no tuvieron éxito, más los que este año quieren presentarse”.

En la zona metropolitana del Valle de México –los datos nacionales son poco confiables, subraya Manuel Gil Antón, coautor de Cobertura de la Educación Superior en México, editado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior– unos 300 mil muchachos egresan al año de la educación media superior y más o menos 270 mil aspiran ir a la universidad.

El último dato conocido arrojó que en la zona metropolitana de la capital entre 10 y 15 por ciento de los egresados de las prepas o equivalentes, unos 30 a 40 mil jóvenes, no encontraba acceso a ninguna institución.

Estos siguen estrategias muy diversas. Algunos esperan una siguiente oportunidad al siguiente examen. La UNAM y la UAM tienen dos exámenes de admisión anuales. Otros esperan un año estudiando inglés o alguna otra actividad. Otros migran al mercado informal, o a ayudar a sus padres en el negocio familiar.

Quienes no encuentran sitio en la zona metropolitana del Valle de México ya no se integran al sistema educativo. “En su gran mayoría los perdemos, se van del sistema”, lamenta Gil Antón.

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No lo entiende. Lizet Bernabé cursó la prepa en el plantel del Colegio de Bachilleres ubicado en Avenida de los Cien Metros. Lo hizo en los tres años reglamentarios y se preparó para ser contadora pública egresada de la UNAM.

La familia de Lizeth vive en la colonia Morelos y todo el ingreso familiar depende del sueldo de su padre, un ingeniero electricista empleado del gobierno del Distrito Federal. Todos se apretaron el cinturón cuando su hermana mayor perdió la media beca gracias a la cual cursó los dos primeros años de la carrera de sistemas computacionales en la Universidad Tecnológica.

El padre de familia decidió invertir los ahorros de años en la conclusión de los estudios de la joven. Sus demás hijos, decidió, se recibirían en una universidad pública. No había dudas de que lo lograría : Lizet había llegado a casa con un diploma de preparatoria con promedio de 9.4.

Se apuntó en el examen de selección de la UNAM para contaduría. Fue rechazada. Pensó que había sido traicionada por los nervios e intentó de nuevo. La volvieron a rechazar. Lo atribuyó a la escuela y se enlistó como aspirante de la Universidad Autónoma Metropolitana. Tampoco entró.

Hoy para Lizet no hay recursos para completar siquiera medio apoyo en una escuela como la Universidad Tecnológica. “En verdad, no lo entiendo”, musita.

Nancy Ramírez tampoco se lo explica. Toda su vida estudió en escuelas particulares, incluida la preparatoria que concluyó en el Colegio Simón Bolívar con promedio de 9.7.

Su padre, jubilado por discapacidad, le dijo que de ninguna manera podría pagarle los 60 mil pesos semestrales en la carrera de ingeniería química en alguna escuela particular que la ofrezca con calidad. “La verdad es que no tiene caso que empieces si a medio semestre no podré seguir pagando”, le dijo su padre.

Su idea es especializarse en petroquímica. “El país enfrenta un problema por el petróleo y México necesita que se aproveche al máximo ese recurso. Y es una carrera que llena mis expectativas”.

Se anotó en el examen de selección en febrero de este año. Fue rechazada. Se enfrentó de nuevo al examen en junio. Tampoco.

“Es muy desconcertante. Mi familia está enfrentando muy duro la crisis. Al principio me sentí avergonzada conmigo por no pasar, avergonzada con mis papás, porque veo cómo se sienten culpables por no darme escuela. Estoy confundida y triste”, dice Nancy. “La gente del gobierno da discursos y discursos, pero nunca toma en cuenta qué tanta decepción tenemos”.

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Las autoridades de la Secretaría de Educación Superior (SEP) han dicho que el problema no es tan serio y que no debe provocarse alarma. Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, ha pedido un manejo “cuidadoso” de las cifras de estudiantes rechazados de las tres instituciones: UNAM, Poli y UAM.

Dijo que la información “disponible de la zona metropolitana del Valle de México indica que cerca de 88 por ciento de los egresados” de bachillerato ingresan a ellas. Insistió en que la oferta de la enseñanza superior ha crecido al ritmo del incremento del egreso del bachillerato.

¿Qué explica, en su opinión, el incremento de los desplazados? Que muchos jóvenes hacen más de una vez el examen y lo intentan en las tres instituciones, además de que hay “un movimiento inicial o aparente de quienes pretendían estudiar en instituciones particulares y tienen la expectativa de obtener un lugar” en las públicas.

“Esto no quiere decir que no debamos hacer un esfuerzo por seguir incrementando la oferta educativa”, dijo el subsecretario de Educación Superior el lunes 20 de abril durante el foro “La reforma al artículo sexto constitucional en las universidades públicas autónomas: un debate nacional”.

El funcionario recordó la reciente creación de la nueva unidad Cuajimalpa de la UAM, la apertura de tres tecnológicos el año pasado y la creación de siete más que funcionarán en los próximos meses.

Pero justamente la política educativa del gobierno federal en el nivel superior ha sido cuestionada por haber dados resultados muy pobres.

Roberto Rodríguez, el coordinador de la Red de Investigadores sobre Educación Superior, dice que la política ha mostrado muchas limitaciones. “Durante los últimos tres sexenios se apostó por los institutos tecnológicos, esperando que la demanda de se volcara sobre esta opción. Pero no fue así. Ahora existen alrededor de 200 institutos tecnológicos en el país, cada uno apenas con alrededor de mil estudiantes, y poco más de 60 universidades tecnológicas, cada una también con mil alumnos”.

Por ahí, dice, no va la salida.

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Si hay un defensor de la necesidad de fortalecer a la universidad pública como un instrumento para el desarrollo integral del país ese es Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM y actual presidente de la Asociación Internacional de Universidades, un organismo dependiente de la UNESCO.

En una entrevista reciente, De la Fuente censuró la falta de entendimiento del gobierno de la importancia de la educación superior:

“No tenemos una política de Estado de mediano y largo plazos en materia de educación superior. No hemos podido entrar al fondo de nuestro problema educativo, ni siquiera tenemos un planteamiento claro para resolverlo, siendo que la educación universitaria es clave para nuestro desarrollo”.

Para el ex secretario de Salud, es claro que México se está quedando a la zaga. “La Unesco ha enfatizado mucho en que los países con mayor desarrollo, y con más probabilidad de insertarse en lo que llamamos economía del conocimiento, son aquellos que tienen en sus universidades a por lo menos 40 por ciento de su población juvenil. Claro, hay países encima de esa cifra; Estados Unidos y algunos países de Europa tienen a 67 por ciento de sus jóvenes en las aulas de la enseñanza superior”…

–Si 26 por ciento es bajo, ¿qué porcentaje de jóvenes mexicanos deberían estar en la universidad? –le preguntó el reportero de la revista Proceso.

–Los que ya están y el restante 74 por ciento. Así de sencillo. Toda esa gran población de jóvenes queda afuera del sistema de enseñanza superior. Y mire, le doy otra cifra que revela la gran inequidad de nuestro sistema educativo: entre la población de ingresos más bajos, solamente alcanza a estudiar la universidad 8 por ciento de sus jóvenes. Aquí hay un gran desplome, por eso también hace falta garantizar equidad en el acceso a la educación superior para todos los jóvenes mexicanos, sin distingos de clase social.

–Es común, sin embargo, escuchar la queja de que a los egresados de las universidades generalmente les espera el desempleo.

–Sí, es cierto –respondió De la Fuente a ese medio–. Hay voces que dicen “de qué sirven las universidades si sólo son fábricas de desempleados”. Esta es una de las frases más demagógicas que he escuchado. Y trae como consecuencia el siguiente sofisma: “Como ya no hay empleos, pues entonces vamos a cortarle el presupuesto a las universidades, vamos a bajar la matrícula de estudiantes”. Y así, poco a poco, se va metiendo uno en sofismas totalmente regresivos, en lugar de imaginar planteamientos progresivos.

¡Por supuesto que hace faltar ampliar la cobertura educativa! ¡Por supuesto que también hace falta crear empleos para los egresados de las universidades! ¡Son ambas cosas! ¡Ambas! Por eso hace falta reacomodar nuestro sistema educativo…

La globalización de la educación superior tiene impacto en la economía mundial. Esta globalización se ha incrementado muchísimo. Actualmente, hay 2.8 millones de estudiantes que están realizando sus estudios en un país distinto a su país de origen. Medio millón de ellos son estudiantes asiáticos. Es una cifra muy importante. Y generalmente van a estudiar a Estados Unidos, Europa y Australia.

La India tiene una enorme cantidad de estudiantes becados en Estados Unidos y Europa, asegurándose de que tengan una planta de trabajo al regresar del extranjero. La India basa su estrategia para el desarrollo en ese esquema educativo, al igual que otros países asiáticos que invierten fuerte en educación y tienen una política muy agresiva de internacionalización, mandando mucho estudiante fuera, pero también con muchas universidades dentro…

Como presidente de la Asociación Internacional de Universidades, De la Fuente tuvo un peso relevante en la Conferencia Mundial sobre Educación Superior realizada los primeros días de julio de este 2009.

Ahí se debatió un punto central en este momento: ¿Debe considerarse como un bien público a la universidad?

De la Fuente señala que hubo una fuerte discusión, pero finalmente se acordó considerar a la universidad como un bien público, una posición que el ex rector de la UNAM sustentó: “La educación no debe ser exclusiva solamente de quienes tengan la capacidad de comprarla, porque eso nos metería de lleno en un proceso de privatización. El capital privado no debe reemplazar al Estado en su obligación de proveer el servicio educativo”.

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Irene Rodríguez, aspirante a pedagoga o administradora, entró a trabajar en octubre pasado a un call center como promotora de tarjetas de crédito de Banamex. En ese mes ganó 3 mil 500 pesos. La crisis económica comenzaba y pronto la despidieron, junto con la mitad de los telefonistas y de todos los oficinistas del lugar.

Su padre, empleado de una empresa privada y con estudios de preparatoria inconclusa, se hizo a la idea de que su hija no podría contribuir al gasto familiar. Quedaba lejos la idea de que ella sería la primera en casa en colgar de la sala un título universitario.

El domingo 22 de febrero, Irene vestía una playera que en este momento era ironía pura: la casaca de los Pumas de la Universidad. Arriba de la imagen estilizada del felino, relucía la propaganda de Banamex, de donde la habían despedido. “En ninguno de los dos lados me he podido quedar”, dijo y quiso reír, pero más bien se le torció la boca y miró los cientos de volantes que aún le faltaba repartir.

Un papelito, un rechazado.

–¿Qué harás si la UNAM te rechaza en este examen? –escucha Irene de nuevo la pregunta.

–Seguir intentando –contesta–. Mi papá dice que pensemos en una universidad privada, pero con todo y chiquita son dos mil o tres mil pesos al mes. No tenemos dinero. Si no paso, la verdad, no sé qué voy a hacer.

El 29 de marzo, Irene se buscó en el listado de resultados. Otra vez los números y el hormigueo en las yemas de los dedos. Arrastró el cursor por la pantalla de la computadora. 975 jóvenes con la aspiración de entrar a la carrera de pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Otra vez, sólo se dio cupo a 50. Otra vez, Irene fue rechazada.

Otra vez, es una sin escuela.¶

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martes, 4 de agosto de 2009

Diez años

Diez años han pasado desde que en un día soleado de verano llegue a Oslo. Recuerdo el aire húmedo y tibio de la estación del tren en Lysaker. Salí de casa de mis padres con dos maletas y un estuche de guitarra en donde cupo todo lo que necesitaba para echar raíces en este país primermundista.

Un cuatro de agosto es la fecha de mi iniciación al sistema de vida noruego, ese día inicio mi conteo que aun no termina. “Cuanto tiempo tienes de vivir en Noruega?” ha sido la constante pregunta; dos meses, cinco días y tres horas; ... cuatro años, once meses, tres días y 18 horas;..... ocho años, casi nueve...... Hoy, ahora, ahorita mismo son diez años y siete horas.



Hace 3650 días y que bien recuerdo el día de mi llegada. Traía puesta mi camisa favorita, esa que ahora solo existe en muchas fotos y bonitos recuerdos. La mujer de mis sueños me recibió en la estación con un vestido lleno de flores, aromas y promesas, ese sigue aquí, en la casa, guardado como un tesoro.


En esta latitud del mundo mi cúmulo de ideas y esperanzas se ha transformado poco a poco. Esplendorosos sueños juegan con mis deseos como auroras boreales en el cielo de una noche fría. Cuando terminara mi conteo? no lo se, pero tengo preparadas ya las celebraciones de los 20 años con lutefisk y la de los cuarenta con Smalahove.


Ahora mismo buscare ese vestido de flores entre la ropa olvidada y le contare los pétalos a las flores; recordare olores y memorias de estos diez años de mi vida.

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Videogalería

México vs. EUA (Eliminatoria al Mundial 2010)

Resumen del dramático partido contra los gringos jugado el 12 de agosto en el Estadio Azteca, en el que México se jugaba la vida ...

Noruega vs. Escocia (Eliminatoria al Mundial 2010)

Ese mismo día, también Noruega se jugó su última carta para manterner sus posibilidades vivas para asistir a Sudáfrica.