lunes, 26 de abril de 2010

Impossible is nothing


Personal Jesus con Johnny Cash resulta intravenosa. Un sonido de fondo adecuado para fugarse treinta minutos. Después de escucharla diez veces continuas, habría corrido el tiempo recomendado para una jornada.

Mundos ajenos al que habito, invaden mis percepciones con el iPod en los oídos. Cruzo la calle sin prestar atención al automóvil que intenta ganarme el paso, pero le he visto de reojo y él a mi; ambos conocemos las reglas y en Noruega se siguen con fidelidad casi dogmática: mis pisadas cruzan la cebra de asfalto ante la injuriosa mirada del conductor.

Your own, personal, Jesus
someone to hear your prayers,
someone who cares


Instintivamente, tal vez obedeciendo alguna inclinación ideológica, escojo correr en dirección contraria a las manecillas del reloj. Estoy solo en el parque, los árboles grises florecen uñas verdes y el viento helado antecede la caída de tímidos copos que se desvanecen en mi rostro.

Apenas inicio el andar, surgen dos corredores en contrasentido. Él afronta los resquicios del invierno con un deportivo traje veraniego. Su técnica y complexión sugieren de esta pista una rutina. Ella tiene piernas igual de largas que sus zancadas. Es un flamenco que evade mi mirada.

No he completado la primer ronda cuando coincidimos nuevamente; la satisfacción en el rostro de él es inevitable, los metros ganados por su firme andar confirman la confección del cuerpo entrenado. La sonrisa que intercambia parece obedecer más a una muestra de superioridad, que a la cortesía. El flamenco pasa volando con la misma indiferencia de inicio, sus mejillas rosas empiezan a enrojecer.

Take second best,
put me to the test,
things on your chest,
you need to confess,
I will deliver,
you know I'm a forgiver


Para la segunda vuelta, el tiempo y el espacio con que recorremos el perímetro del parque presentan un contraste mayor: él cruza conmigo cuando a mi me restan alrededor de 30 metros para completar el circuito; ella viene sólo algunas pisadas atrás.

México no cuenta con tradición en pruebas atléticas de velocidad, pero en distancia hay algunas excepciones. Arturo Barrios ganó los 10 000 metros planos en el campeonato mundial de atletismo en Berlín, imponiendo nuevo récord. El reconocimiento económico al esfuerzo individual que lo llevó a los podios, llegó cuando adquirió la ciudadanía norteamericana.

Fiel a la zaga de historias donde la pobreza no es drama sino objeto de apología, México contó también con Doña Rosario Iglesias, Chayito, la exitosa maratonista de la tercera edad curtida por el oficio de voceadora.

Noruega tampoco es tierra de corredores; lo suyo es el invierno y los esquíes, una extensión del cuerpo. En la olimpiada de Vancouver, Petter Northug Jr. cosechó triunfos antecedidos por el fracaso. Arribó décimo primero en la prueba de 30 kilómetros, dejando al público noruego en vilo. La mirada ausente de una señora frente al televisor, tuvo un momento de lucidez cuando los esquiadores que ocuparon los sitios 18 y 19 cruzaron la meta: “estos noruegos no han entendido que hay que llegar en 1º y 2º lugar”.

Los mexicanos carecemos de autoridad en los deportes. El dominio en disciplinas como caminata y boxeo, son pretérito. El grito más común en las esquinas de los pugilistas aztecas contemporáneos es el de “aguanta”, como si el objetivo de la contienda radicara en la capacidad de soportar golpes.

El fútbol es el deporte más popular en México y el planeta. Los triunfos locales y la mercadotecnia hacen confundir las aspiraciones de los mexicanos con la realidad: después de haber estado al borde del fracaso, un último suspiro posibilitó el pase del TRI al mundial de Sudáfrica, iniciando así la creencia de contar con un equipo capaz de alzar la Copa FIFA. Sin embargo, el imaginario mexicano corona a su selección con mesura, el público no exige superioridad, alienta a los suyos con una consigna equivalente al “aguanta” recitado a los boxeadores: “Sí se puede!, Sí se puede!".

Incluso, las barras y porras en México y América Latina hacen de esta petición su grito de guerra: “aguante…!”, le gritan a sus equipos y jugadores, convencidos de que es mejor soportar que dominar. El triunfo futbolístico se convierte en la catarsis social que premia a la resistencia y cuyo inicio puede remontarse a 1492 o, tal vez, antes.

Para el encuentro inaugural contra Sudáfrica, México portará un uniforme que parece diseñado por productores de animaciones japonesas. El modelo aerodinámico fortalece el sueño de triunfo, sin embargo, el color negro sugiere cautela, como si se vislumbrara la posibilidad de un futuro aciago. Ante la ausencia del verde que simboliza esperanza, el negro encontrará refugio en el Sí se puede!

Estamos en la tercera vuelta del parque y nuestras posiciones son casi equidistantes, como al inicio. Ambos estamos sorprendidos; él puede sospechar que yo he tomado un atajo, yo supongo que ellos –ella guarda la misma distancia detrás de él- perdieron el ritmo de su paso veloz, o tal vez a mi dejó de preocuparme esta estéril competencia no declara.

La cuarta ronda es la última de ella; ni siquiera corre, camina y estira sus largas piernas mientras la piel de su cara, que pasó de rosa a roja, empieza a mostrar manchas blancas. Es un auténtico flamenco. Él ha perdido terreno, ya no me ve más de frente, nuestras miradas se cruzan de reojo, como sucedió con el automovilista que intentó ganarme el paso y terminó cediéndolo.

Feeling unknown
and you're all alone,
flesh and bone,
by the telephone,
lift up the receiver,
I'll make you a believer


Johnny Cash ha dejado de sonar, ya no escucho su música sino mi corazón exaltado. Nuevamente soy el único corredor en el parque; el atleta primaveral se aleja entre las calles aledañas y con cierto disimulo gira la cabeza para confirmar mi quinta vuelta. El dolor en las piernas es agudo pero persisto la carrera. No es masoquismo, es tan sólo que provengo de un pueblo en permanente resistencia, y aguanto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El negro de la selección es el del espejo de tezcatlipoca, un color de guerra, de sangre , de gloria sagrada y de muerte. De que color ibas vestido en las 5 vueltas al parque? cual es el color favorito de Johny Cash? no se si ganaremos, pero aguantaremos !!

Chilangoslo dijo...

Anónimo, tus observaciones son puntuales y confieso que en parte me tomaron por sorpresa: suelo correr en tonos rojinegros, como huelgista ambulante; a Johnny Cash habría que sumar Depeche Mode y una lista interminable de benefactores auditivos, con inclinaciones claras por atuendos oscuros; y sí, como bien mencionas, Tezcatlipoca está presente en el campo de batalla y también en el Mictlán, lo cual sugiere una asociación fúnebre entre el negro y la muerte similar a la inculcada por occidente. Pero claro, coincido contigo y sé que aguantaremos, e incluso deseo mucho más que la meta de un quinto encuentro.

Saludos.

yanmaneee dijo...

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Instintivamente, tal vez obedeciendo alguna inclinación ideológica, escojo correr en dirección contraria a las manecillas del reloj. Estoy solo en el parque, los árboles grises florecen uñas verdes y el viento helado antecede la caída de tímidos copos que se desvanecen en mi rostro.
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