viernes, 15 de agosto de 2008

El país de la impunidad. Parte I.


Sin lugar a dudas, una de las principales razones por la que muchos de los mexicanos "exiliados" en Escandinavia hemos decidido quedarnos aquí es la seguridad. Por ello, me parece ineludible participar en el debate nacional en torno a la inseguridad que se ha desarrollado en nuestro país de origen en los últimos días.

Todo comenzó a raíz del secuestro y asesinato de Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí. El país quedó conmocionado por la cruel manera en que la “Banda de la Flor” asesinó al joven de tan sólo 14 años, aún cuando la familia pagó el rescate acordado. Lo peor de todo es que los principales sospechosos del secuestro – arraigados en este momento – son miembros de corporaciones policiacas.

El Presidente Calderón llama a implementar la cadena perpetua a secuestradores y a formar un frente común en contra de la delincuencia. Asociaciones civiles llaman a la ciudadanía a participar en marchas y los medios de comunicación transmiten constantemente el grito de ¡Ya basta!. Y mientras esto ocurre, los asesinatos y secuestros siguen dándose al por mayor en todo el territorio nacional.

Las cifras son contundentes. El número de secuestros aumentó en un 35% en 2007 con respecto a los llevados a cabo en el 2006, para un total de 7000 secuestros registrados. Como es sabido, gran parte de los secuestros no son denunciados, con lo que esa cifra tranquilamente pudiera duplicarse o triplicarse. Pero con los 7000 nos basta para que México ocupe ya el deshonroso primer lugar en número de secuestros a nivel mundial. Así es, México les ha arrebatado ya la medalla de oro a países como Irak, Colombia, Sudáfrica o Pakistán.

Asimismo, debemos entender que éste no es un problema exclusivo del D.F. o de la franja fronteriza en el Norte. De acuerdo con las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Tlaxcala es la entidad federativa que más secuestros presentó en el 2007, apenas por encima del Estado de México. Incluso la tranquila Aguascalientes, segunda ciudad con el mayor nivel de vida del país, ha sido testigo de 3 levantones en las últimas dos semanas.

Volviendo al caso de Martí, me recuerda mucho el asesinato de Paco Stanley; no por el crimen en sí, sino por la respuesta de la ciudadanía, de los gobernantes y de los medios de comunicación. En aquél entonces, también hubo una indignación general por el asesinato, los medios y partidos buscaron sacar raja política del hecho, mientras que las autoridades se “echaron la bolita” unas a otras. También hubo marchas, también se escucharon muchos ¡Ya basta! y también se demandaron penas más severas a los delincuentes. Diez años después, las cosas están peor que nunca.

Por ello, el camino que propone Calderón no me parece el adecuado. ¿De qué sirve endurecer las penas, si los delincuentes se pasean por la calle como si nada? ¿o acaso no sabe Calderón y todos los que apoyan su propuesta que en México un delincuente tiene más del 98% de probabilidades de no ser detenido? Los delincuentes tiene prácticamente nada que perder, y sí mucho que ganar al decidirse a cometer un ilícito de estas magnitudes, y ese es el verdadero problema, el que México tiene que resolver – ahora sí – con apremiante urgencia: el problema de la impunidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Morelos, particularmente la ciudad de Cuernavaca, se vió azotado por el infame crimen del secuestro a mitad de la década de los 90. En 1998 cayó uno de los mayores responsables de dicha práctica, se trataba, ni más ni menos, del director del grupo antisecuestros de la policía judicial del estado, Armando Martínez Salgado. Entonces, como ahora con el caso Fernando Martí, también se desató un escándalo político y una reacción negativa de parte de la sociedad contra los corruptos policias vueltos a delincuentes con licencia, que terminó con la renuncia del gobernador Jorge Carrillo Olea.

Comparto la opinión de Azg12 en cuanto a la poca efectividad de penas mayores como antídoto contra el secuestro, y no porque los delincuentes no merezcan castigos severos, sino por falta de confianza en el ejercicio de la justicia. Cadena perpetua han sugerido unos, pena de muerte exigen otros, pero, independientemente de que me parecen absurdas ambas medidas, quién garantiza que los criminales a quienes se les imputen las penas sugeridas son realmente quienes las merecen si los cuerpos policiacos, encargados de combatir y detener a estos sujetos, tienen entre sus filas a varios cabecillas del crimen organizado. Perro no come perro.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente aunque todos nos damos cuenta del problema es difícil encontrar la raíz, cada vez más autoridades corruptas, más adolecentes y jóvenes involucrados en actos delictivos y pero aún, cada vez más indiferencia...en este país un asalto, robo, secuestro o cualquier maltrato hacia otra persona ya no nos importa. El amor y el respeto hacia los demás seres humanos que nuestras madres nos enseñaron cuando niños se han perdido.

El problema debe atacarse desde la raíz, ¿qué les falta a las familias mexicanas para poder desarrollar seres humanos de calidad? EDUCACION, y no estoy hablando de la que se recibe en las escuelas y universidades, me refiero a la educación que se recibe en casa, una educación en valores; de respeto, honestidad, trabajo, fuerza, justicia; ese tipo de valores que hemos perdido como país. A esta generacion de madres y padres jóvenes, que estamos hartos de que cada día la vida sea más dura, nos toca cambiar el rumbo de nuestro país desde nuestra casa, con nuestros hijos, este es el momento de hacerlo, es nuestra obligación y responsabilidad dejar una siguiente generación educada.

Y mientras tanto... levantemos la voz, DEMOS EL EJEMPLO y exigamos mejores policías y autoridades que por eso pagamos impuestos!! YA BASTA!!

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